Hoy en día para el empleado es peor el infierno del desempleo y no
poder pagar la hipoteca que la maldición divina de la vuelta al trabajo
Madrid.
(Efe).- La actual situación de incertidumbre económica y laboral está haciendo
que la sociedad acepte mejor el fin de las vacaciones porque, en una España con seis millones de parados, puede parecer incluso ridículo decir que
uno sufre depresión postvacacional.
El presidente de la Sociedad Española
para el Estudio de la
Ansiedad y el Estrés, Antonio Cano, lo tiene claro:
"Nunca ha tenido sentido publicar decenas de artículos de prensa sobre
estrés o depresión postvacacional, cada año, al finalizar agosto; pero lo tiene
aún menos en las circunstancias actuales de crisis económica".
En declaraciones
Efe reconoce que es verdad que tras las vacaciones "nos cuesta
readaptarnos a las exigencias de la actividad laboral, pero la depresión es una
cosa mucho mas seria y tiene una definición precisa".
"Ni los
psicólogos ni los psiquiatras tenemos pacientes aquejados de depresión
postvacacional", comenta, para agregar que se trata de un tema "más
mediático que clínico". "Nos cuesta volver a adaptarnos a los horarios,
a las rutinas laborales, a la actividad laboral. Somos un país católico que se
ha tomado muy en serio lo del trabajo como maldición divina. ¿Pero qué sucede
si no tenemos trabajo? ¡Ah! Ésa es una maldición mucho peor...", ironiza
el experto.
Leticia Borrego,
médico del Servicio de Promoción de la
Salud de Sanitas, afirma que "han cambiado las
preocupaciones, colocándose el paro a la cabeza de ellas". "La
situación laboral puede ser una fuente importante de estrés y, en este
contexto, otros problemas que antes causaban temor han pasado a un segundo
plano", comenta.
Por ello, asegura
que se ha notado una menor incidencia de personas aquejadas de este síndrome en
estos años, puesto que, dada la inestabilidad laboral, "no se está
produciendo de una manera tan generalizada como antes".
"En la
actualidad tener trabajo es una prioridad ya que si te quedas sin él no es
fácil encontrar otro. Por eso, si lo tienes no te importa tanto volver de las
vacaciones porque tu objetivo final es conservarlo", subraya la doctora,
quien reconoce, sin embargo, que el hecho de "estar más presionado"
agudiza el estrés.
El psiquiatra
Arturo San Román, del Centro Médico Gran Vía, cree que el trastorno
postvacacional no está en extinción. "Los seres humanos no son animales en
estímulo y respuesta", y su reacción no depende tanto de que otros lo
estén pasando mal como "de la personalidad y las situaciones que la
persona enfrente".
San Román opina
que "la respuesta no es única" y cada uno sufre con mayor o menor
intensidad la vuelta al trabajo, si bien un contexto de crisis es la ocasión
perfecta para "luchar buscando y creando posibilidades", y para
"ser emprendedor y creativo".
Los especialistas
recalcan que el estrés laboral es un problema que hay que tomar en serio, pues
acarrea problemas graves de salud, pero también saben que "la probabilidad
de sufrir una depresión es 2,2 veces más alta en parados que en personas que
tienen un empleo", matiza Cano.
El análisis de
las cifras de estrés laboral antes y después de la crisis arroja dos
resultados: por un lado aumenta el estrés laboral y, por otro, sube la
satisfacción con el empleo. ¿Es contradictorio? En época de apretarse el
cinturón, parece que no.
Hoy en día para
el empleado es peor el infierno del paro y no poder pagar la hipoteca que la
maldición divina de la vuelta al trabajo. Un estudio (The mental health risks of economic crisis in Spain),
realizado con casi 14.000 pacientes de toda España, reveló un aumento del 19,4%
de depresión grave en las consultas de Atención Primaria, al comparar una
España con 5 millones de parados con la de 2006, en la que había 2 millones.
El riesgo de
trastorno depresivo mayor fue 1,72 veces superior en caso de desempleo, 2,12
cuando había problemas de pago de hipoteca y 2,95 en caso de desahucio. Los
expertos no niegan que al incorporarnos de nuevo al trabajo se puede sufrir una
reacción de estrés.
En general, este
estresor no es muy intenso para la gran mayoría de las personas, que pueden ver
con preocupación, o incluso con ilusión, su actividad. El cambio de hábitos
exige un esfuerzo para volver a los horarios habituales o para mantener la
atención centrada en las tareas que nos ocupan y enfrentarnos con obligaciones
supone un aumento de ansiedad, ante la posibilidad de obtener un resultado
negativo.
Así, el
rendimiento, la motivación o el interés en los primeros días pueden ser un poco
más bajos de lo habitual, el cansancio puede surgir más fácilmente y el estado
de ánimo puede decaer. De hecho, en las encuestas seis de cada diez
trabajadores responden que han sufrido esta "depre" pero, para casi
la mitad de los consultados los síntomas desaparecen en tan sólo unos
días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.