C. FOMINAYA / MADRID
Día 18/08/2013 - 02.00h
Muchas veces, la dependencia del otro (hombre o
mujer) es la antesala del maltrato psíquico y físico
«Cualquier
persona, bien sea hombre o mujer, que esté en una relación en la que su pareja
le insulta, le falta el respeto, la denigra, o la humilla, es una persona que
sufre maltrato psicológico...», determina Silvia Congost,
psicóloga especializada en el tratamiento de la dependencia emocional y autora
del libro «Cuando amar demasiado es
depender» (Oniro). Pero esto no llega de un día para otro.
Muchas veces la dependencia emocional precede al maltrato psicológico, asegura
esta experta. «En esos casos, la persona afectada acostumbra a ser la última en
darse cuenta y la más sorprendida al verlo en general, ya durante el proceso
terapéutico en el que se analizan los detalles de su relación», añade. Lo más
grave, prosigue Congost, es que las personas que sufren este tipo de maltrato
psicológico se vuelven cada vez más dependientes. «Cada vez más ven las
agresiones como algo natural, habitual, se acostumbran a ello, hasta tal punto
de que les cuesta muchísimo salir de allí. Incluso hasta el punto que a menudo
te dicen que no están seguras de si quieren abandonar al otro en realidad.
Evidentemente quieren salir, pero su nula autoestima las confunde y las bloquea».
Estas son, a su juicio, las
características de una relación con maltrato psicológico:
—Te anulan la autoestima: te dicen o te hacen sentir que no
sirves para nada, que eres un o una inútil, te ningunean, te desprecian. Esto,
a su vez, hará que no te sientas «capaz de irte», de acabar con aquello, puesto
que piensas, ¿a dónde voy a ir?
—El maltratador/a te da órdenes que tienes que obedecer y sientes que
no tienes ninguna opción de quejarte o de expresar disconformidad, porque va a
ser peor.
—No te permite ser quien eres, hacer las cosas que te gustan, ir a los
sitios que te hacen disfrutar.
—Te van alejando cada vez más de tu gente, te hablan mal de tu familia, de tus
amigos, y de todos los que te quieren hasta que te quedas sola/o.
Te juzgan: lo que tu haces, cómo eres, cómo
hablas... Te llevan a que cambies.
—El maltratador/a te culpa de lo que sucede, incluso de
cosas que te son ajenas, haciéndote responsable de todo lo malo que hay en su
vida. Aunque sean cuestiones del todo irracionales.
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