DIFICULTADES DEL HABLA
También
conocida como tartamudez, la disfemia es una enfermedad que se manifiesta
principalmente en la infancia, sin embargo, los adultos también pueden sufrirla
por distintas causas. Esto hace que comunicarse sea una tarea estresante pero
gracias a los expertos, se pueden aprender técnicas de lenguaje y a veces,
recuperar el ritmo normal del habla
Hablar en público es la peor pesadilla de muchos pero, para los
disfémicos puede ser todo un infierno.
“La disfemia
es la dificultad de articular el lenguaje y se presenta con la repetición en la
primera o la segunda sílaba de cualquier palabra”, define la
psicóloga Elena Borges.
Los primeros síntomas aparecen desde
los tres o cuatro años de edad, momento en el que el niño comienza a
desarrollar el habla. Ahí, los padres deben estar pendientes de la manera en
que su hijo trata de expresarse.
“No se debe confundir con lo que llamamos
‘disfluencias normales evolutivas de la edad’. Al principio, los niños no van a
terminar nunca una idea y son los padres los que deben ayudarle a hacerlo, eso
es normal. Si esta situación se prolonga, entonces hay que ver a un
especialista”, puntualiza la
logopeda Elisabeth Dulcet, Secretaria Técnica del Consejo General de Colegios
de Logopedas.
Consultar a un
experto a tiempo hace la diferencia pues, mientras que en niños el problema
desaparece un 99%, en adultos solo se controla, trayendo consigo baja
autoestima y miedo a hablar con los demás.
“Lo que rodea a
un disfémico son los complejos que se contraen. Si salen de casa, tratan de
comunicarse lo menos posible, no quieren coger el teléfono nunca y su
autoestima se ve afectada por la enfermedad”, señala la psicóloga Elena Borges.
El complejo camino a la palabra
Mientras que la
aparición de esta enfermedad durante los primeros años de vida no tiene una
causa genética conocida, en los adultos hay dos motivos principales: un mal
tratamiento del problema durante la infancia o algún accidente a nivel
neurológico. A éste se le llama disfemia adquirida y puede afectar a cualquier
persona.
“Se adquiere por enfermedades que
producen alteraciones en una parte del cerebro, sobre todo accidentes
cerebrovasculares, ictus, traumatismos cardioencefálicos, tumores e
infecciones”, señala el neurólogo Carlos Tejero,
vocal de la Sociedad
Española de Neurología.
Todos estos
males pueden dañar las conexiones involucradas en la compleja función del habla
y, como detalla el especialista, cualquier error en el sistema consigue que se
pierda esta tarea que realizamos a diario y que nos parece tan sencilla.
“Cuando se
produce el tartamudeo el problema está en la anticipación que necesita el
cerebro para que la palabra que queremos decir salga fluida y enlazada. Antes
que se diga algo, se piensa, se crea en el cerebro. Ahora es sencillo, pero con
disfemia se pierde esa capacidad de seguir la secuencia”, comenta el
especialista.
Hablando de soluciones
La disfemia en
adultos representa un doble esfuerzo pues, además de trabajar en disminuir el
tartamudeo, hay que hacerlo con la seguridad de la persona, ya que el
sentimiento de inferioridad empeora el habla.
“Hay una
predisposición negativa para hablar en público, buscar pareja o hasta realizar
una entrevista de empleo. Todas esas situaciones representan estrés y el estrés
empeora la fluidez de las palabras”, detalla la logopeda Elisabeth Dulcet.
Para superarlo, el paciente debe acudir a un
psicólogo y al logopeda, quienes trabajan en equipo por medio de terapias que
refuerzan la seguridad y mejoran el problema.
“Se les enseña a respirar, así como
métodos de relajación. Se les da un enunciado y ellos van respirándolo e
imitándolo. También hay otro ejercicio en el que se les pone un libro al frente
para que vayan repitiendo las palabras hasta que logren lanzarlas en un solo golpe
de voz”, detalla Elena Borges.
Otra técnica es
la de enseñarle al enfermo a recitar las frases y hasta cantarlas, así se
guiarán más por el ritmo y no pensarán tanto en la manera en la que salen las
palabras.
En caso de tratarse de un
problema neurológico, el médico también se apoya en estas dos especialidades,
al tiempo que trata la enfermedad.
“Se intenta que
los mecanismos que tiene el cerebro para repararse se pongan en marcha. Si es
un tumor, se opera y muchas veces, la recuperación es completa, sobre todo en
cerebros jóvenes”, explica el neurólogo, Carlos Tejero.
Fuerte, claro y como un rey
Paciencia es la
clave para comenzar a ver resultados en un tratamiento contra la disfemia. Lo
importante es no rendirse, seguir los ejercicios y confiar en que no importa la
forma, sino el fondo.
“Muchas veces
ayuda el enfocarse en algún movimiento de dedos o en otra actividad en lugar
sólo de pensar en que se tiene que hablar”, comenta el neurólogo.
Curiosamente, los tres expertos
encontraron el mejor ejemplo de esto en la cinta El Discurso del Rey, película en la que se retrata la
tartamudez del rey Jorge VI y la manera en que la superó gracias a que buscó
ayuda, justo como debe hacer todo aquel que sufra este problema.
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