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Algunos inciensos y aceites de quemar emiten
sustancias nocivas, según un estudio de la OCU
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Asociaciones de consumidores europeas piden a
Bruselas que fije límites
Algunos ambientadores de uso doméstico que necesitan calor para
difundir aroma (aceites de quemar, inciensos y, en menor medida, velas
perfumadas) empeoran la calidad del aire al emitir niveles excesivos de
sustancias tóxicas, alergénicas o contaminantes, según un estudio hecho público hoy por la Organización de
Consumidores y Usuarios (OCU). El calentamiento o la combustión de
sus ingredientes, algunos naturales pero otros sintéticos, producen emisiones
que resultan peligrosas cuando superan determinada concentración. Algunos lo
hacen incluso en mayor proporción que el tabaco.
El estudio, realizado en colaboración con
otras organizaciones de consumidores de Bélgica, Italia y Portugal, analiza 22
ambientadores de conocidas marcas comercializadas en España: cuatro aceites,
cinco inciensos y 13 velas. Cada producto se introdujo en una cámara de aire
purificado, que se iba parcialmente renovando, simulando una habitación normal,
no sellada. Cada ambientador se encendió dentro de la cámara y se dejó consumir
dos veces con diferente duración: cinco minutos para la medición de compuestos
orgánicos y sustancias tóxicas, y una hora para la medición de partículas
finas.
El estudio revela que todos los inciensos
y uno de los aceites analizados emiten altos niveles de benceno, un compuesto
químico que puede llegar a ser cancerígeno. En el peor caso se midieron 490
microgramos de esta sustancia por metro cúbico, frente a los 60 que emite un
cigarrillo. También se detectaron altas concentraciones de formaldehído en dos
inciensos y tres aceites, además de emisiones de partículas finas por encima de
lo recomendado en todos más de la mitad de los productos analizados. En el peor
caso se superaron los 5.000 microgramos por metro cúbico, cuando la media en un
bar de fumadores es de 182, según un estudio realizado en locales de ocio de
Barcelona que cita la OCU.
Las organizaciones de consumo llevan años
alertando sobre la necesidad de regular los las emisiones de los ambientadores,
tanto los que necesitan calor como los que se aplican con pulverizadores o
difusores eléctricos. La
Asociación Europea de Consumidores (BEUC) analizó en 2004 una
selección de 76 marcas a la venta en varios países de la UE y también detectó altos
niveles de emisiones de sustancias potencialmente nocivas para la salud. Un año
después, envió una petición formal a la Comisión Europea
para que fije un límite de emisiones y obligue a mostrar en el etiquetado las
condiciones de uso y riesgos que pueden suponer estos productos para la salud.
Tras esta nueva investigación, la OCU y sus organizaciones
socias en Bélgica, Italia y Portugal han presentado los resultados a la Comisión para volver a
reclamar una legislación comunitaria.
“Hay un gran vacío legal en este terreno.
No solo respecto a los ambientadores, también otros productos que usamos en el
hogar (limpiadores, insecticidas, pulverizadores) emiten sustancias nocivas”,
advierte Carlos de Prada, de la Fundación Vivo Sano e impulsor de la campaña Hogar sin tóxicos. “La propia Organización Mundial de la Salud alerta de la necesidad
de controlar mejor la calidad del aire en los espacios cerrados, teniendo en
cuenta que la población pasa el 90% de su tiempo en ellos. No se trata de
sembrar la alarma. Se trata de fijar límites a estas emisiones dañinas,
especialmente para personas sensibles como mujeres embarazadas, niños o
asmáticos”, matiza.
Prada aboga por fijar claramente unos
límites y, sobre todo, controlar mucho más el etiquetado de estos productos.
“La información que se exige ahora es insuficiente, sobre todo para las
personas más sensibles a estas sustancias”, señala.
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