ENTREVISTA |
Eduard
Gratacós, jefe del Servicio de Medicina Maternofetal del Hospital Clínic.

Esas cirugías forman parte de la cara
más espectacular y amable de una especialidad en la que, admite, también se ve
obligado a convivir diariamente con el sufrimiento de muchas familias,
enfrentadas a malformaciones a menudo incompatibles con la vida. Por eso no
elude el debate abierto sobre la modificación
de la ley del aborto planteada
por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón: "En estas cuestiones
son en las
que menos se deberían meter los políticos, porque la
legislación debe reflejar la posición mayoritaria de la población que, en esta
cuestión creo que es clara".
'La
legislación debe reflejar la posición mayoritaria de la población que, respecto
al aborto, creo que es clara'.
Gratacós recuerda que un aborto
voluntario por una malformación del feto es una de las situaciones
más traumáticas a las que se enfrenta una mujer, "y como
sistema público de salud tenemos la obligación de apoyarlas, de evitar que
caigan en una situación de desamparo, como ocurre a veces, porque algunos
especialistas prefieren quitarse de encima esta situación incómoda".
Al trauma del propio aborto, subraya,
se suma en ocasiones la ansiedad que padecen estas mujeres por pensar que
pueden volver a pasar por lo mismo en un segundo embarazo. En una especialidad
tan estrechamente ligada a la vida y al sufrimiento a partes iguales como la
suya, admite, la única manera de 'sobrevivir' es tratar de segmentar su propia
vida, tratando de dejar las preocupaciones en el hospital. "Vivimos
situaciones muy duras, crueles a veces, sufrimos y empatizamos
con los pacientes; del mismo modo que cuando una cirugía fetal
tiene éxito experimentas un subidón".
500 españolas al año
Esas cirugías intrauterinas, portada
a menudo en los medios de comunicación, benefician anualmente a
unas 500 españolas; aunque como explica Gratacós no todas las
malformaciones fetales requieren cirugía, ni todas son hoy por hoy operables.
"Las técnicas de ecografía han mejorado muchísimo y España ha hecho un
esfuerzo muy importante para disfrutar de tasas de detección similares a las de
nuestros vecinos europeos". Sin embargo, añade, lo ideal sería alcanzar la
perfección, "llegar a diagnosticar todos los casos".
Para ello, reconoce, serán de gran
utilidad en el futuro los nuevos análisis de sangre que permiten analizar el
ADN del feto en una
muestra de sangre de la madre. "Esto será una realidad a
corto plazo, aunque aún tendrán que pasar muchos años antes de que puedan
utilizarse de manera diagnóstica de forma generalizada", admite. De
momento, el escenario más realista es que estos análisis sanguíneos se combinen
con otras pruebas, permitiendo reducir el número de amniocentesis
necesarias. "También tendremos que ver cómo las aplicamos desde el punto
de vista de salud pública".
'No somos
una especialidad cara, pero sí que es costoso formar a los especialistas y
lograr constituir un equipo'
Precisamente hacia la salud pública
vuelve de nuevo su discurso cuando se refiere a lo que cuesta la llamada
medicina fetal dentro del sistema de salud público. "No somos una especialidad cara",
aclara, "porque contamos con la ventaja de que el feto ya cuenta con su
propia UCI". Lo que sí es costoso, reconoce, es formar a los especialistas
y lograr constituir un equipo, "porque en cirugía fetal, el
resultado depende de la excelencia. Una máquina de resonancia
magnética puede costar dos millones de euros, pero formar un buen equipo de
profesionales no tiene precio".
Si estas intervenciones dentro del
útero materno constituyen el hoy de su especialidad, el mañana va a tener más
que ver con la detección de todos los factores externos que afectan a la salud
del feto. "Cada vez tenemos más evidencias de la importancia de una buena salud fetal, no sólo en el
caso de malformaciones obvias, sino en otros aspectos externos que afectan al
feto durante su formación", explica Gratacós. "Cualquier alteración
en la programación fetal normal va a afectar a su calidad de vida en el futuro;
por ejemplo, sabemos que ciertas patologías fetales incrementan por tres o
cuatro el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en la vida
adulta".
La prematuridad y el
retraso en el crecimiento fetal (que en muchos casos siguen teniendo
un origen desconocido) son los más destacados hoy en día; pero el futuro pasará
por conocer mejor la influencia que tienen otros elementos, como la dieta o el
peso maternos, la exposición a ciertos tóxicos... "Los genes nos los
transmiten nuestros padres cuando nos conciben, pero la forma en que se
expresan unos u otros se desarrolla de una manera crítica durante el
embarazo", aclara.
"El 10% de los niños tiene trastornos
asociados al neurodesarrollo, y sabemos que el 70% de ellos son
de origen fetal", añade el especialista catalán. "Si sabemos qué
individuos están en riesgo, tendremos una mayor oportunidad para intervenir con
éxito a tiempo, cuando la plasticidad cerebral es mayor".