La canciller alemana, Angela Merkel, ha
vuelto a poner de ejemplo a España sobre lo que no se debe en la crisis. En
este caso y tras sus pasadas intervenciones sobre la necesidad de ser austeros
ir controlar el déficit, Merkel ha aludido a lo sucedido con la banca española,
cuya delicada situación ha acabado obligando al Gobierno a pedir un rescate
para sanear el sector, para defender la necesidad de evitar las prisas en el
proceso de creación de una unión bancaria.
"Soy
partidaria de que en la
Eurozona se supervise mejor a los bancos", ha empezado
Merkel para añadir, a continuación, que "el organismo supervisor europeo
debe ser más vinculante". Por este motivo, ha abogado por avanzar paso a
paso: "Yo no puedo decir nada sobre la recapitalización directa de los
bancos cuando aún no tenemos un organismo capaz de intervenir". "(Ya)
vimos en el caso de España cómo un organismo recién creado, la EBA , fue incapaz de cumplir su
labor correctamente porque, al final, las influencias nacionales fueron otra
vez demasiado fuertes", ha recordado.
Merkel,
que se ha reunido este martes con el presidente del Banco Central Europeo
(BCE), Mario Draghi, ha vuelto a insistir además en que es prematuro hablar de
ayuda directa a los bancos de los fondos de rescate hasta que no esté en marcha
el supervisor único. Sobre esta unión bancaria, la canciller ha reiterado que
es imposible que el BCE asuma el control de las más de 6.000 entidades que hay
en la eurozona este mismo enero, tal y como propone la Comisión Europea.
Además,
Merkel ha advertido de que "en los mercados financieros hay una falta de
confianza en la capacidad de algunos países de la zona euro para pagar sus
deudas a largo plazo". "El mundo se pregunta cómo de competitivos son
los países de la zona euro", ha dicho. En su opinión, solo se puede salir
más fuerte de esta crisis y competir en un mundo globalizado si sus miembros
llevan adelante dolorosas reformas y políticas presupuestarias más
responsables.
Aunque
ahora son dos los países que acaparan la atención por las incógnitas sobre su
futuro a corto plazo, sobre todo España y la incertidumbre de si acabará por
pedir activar un plan de asistencia financiero, hay uno de los socios que ha
tenido que pactar una quita para poder seguir adelante: Grecia. La operación
supuso, para los inversores, asumir una pérdida de más del 75% en su inversión.