Los dos primeros años de Julia Rodríguez en Panamá fueron duros.
Había dejado atrás su país, Colombia, y a su hijo. Tenía una situación
inmigratoria irregular y el negocio de venta de motocicletas donde trabajaba le
pagaba 300 dólares por mes, muy por debajo del salario mínimo promedio, que en
ese entonces era de casi 400 dólares. “El fuerte vive del más débil”, comenta
hoy al recordar esa época.
La existencia de la mujer, no obstante, cambió radicalmente en julio del 2010, cuando el gobierno del presidente Ricardo Martinelli permitió a los extranjeros que llevaban al menos dos años viviendo en el país sin autorización legal sacar permisos de residencia y de trabajo por dos años.
Rodríguez, oriunda de Cartagena, de 31 años, recibe desde entonces todos los beneficios laborales, incluido el pago de horas extras y derecho a recibir atención médica de la Caja de Seguro Social, entidad estatal.
La cartagenera renovó en junio pasado ese permiso migratorio por dos años más, hasta mediados del 2014.
Rodríguez es una de miles de extranjeros, mayormente colombianos, nicaragüenses, dominicanos y venezolanos, que han podido regularizar su estatus migratorio con ese proceso, que el gobierno bautizó como la feria “Crisol de Razas”. En la última feria, realizada a principios de octubre, a quienes renovasen permisos se les dio una estadía de diez años.
Las autoridades migratorias panameñas argumentan que se trata de una “necesidad” coyuntural: El auge económico que vive el país demanda mano de obra para numerosos proyectos de construcción, áreas técnicas y ligados al turismo. Al mismo tiempo, aseguran que el extranjero que se regularice puede contribuir al pago de impuestos y de las cuotas por los servicios de la seguridad social.
El auge económico que vive Panamá los últimos seis años, ha motivado a que miles de extranjeros lleguen y permanezcan en este país de servicios y dolarizado, de 3,5 millones de habitantes, en busca de una buena paga.
“Panamá pasa por un período de gran crecimiento económico y gracias a su estabilidad política y social se ha convertido en un lugar de destino para muchos migrantes”, planteó a la AP Alberto Brenes, jefe de misión de la Organización Internacional para las Migraciones en Panamá. “El país ha sido muy exitoso en la atracción de inversión extranjera, lo cual aunado a los mega-proyectos de infraestructura que se están construyendo produce una gran demanda de mano de obra que no ha podido ser cubierta por la oferta local”.
La economía panameña ha sido una de las de mayor crecimiento en América Latina desde el 2006, gracias a un descomunal auge en la industria de la construcción ligado al sector inmobiliario, en el turismo y en el transporte de carga.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) anunció a principios de octubre que Panamá será nuevamente el país que mantendrá el mayor nivel de crecimiento regional en 2012, de 9,5%, y para el año entrante figurará también con 7% entre los de mayor actividad.
Megaproyectos como la ampliación del Canal de Panamá por 5.250 millones de dólares, que arrancó en 2007, y la construcción de una línea del tren metropolitano (Metro de Panamá) por 1.452 millones de dólares, que comenzó en febrero del 2011, requieren una mano de obra de la que el país no dispone.
“Hay una demanda voraz por mano de obra, la cual es muy escasa en el país, donde hay poco desempleo. El vacío lo han venido a llenar los migrantes”, abundó Brenes.
El desempleo en Panamá pasó de 6,6% en2009 a
4,6% en 2012 en una fuerza económicamente activa de 1,6 millones de personas,
según el Ministerio de Trabajo.
“Se está requiriendo una gran cantidad de mano de obra que, de hecho, se estaban llenando con extranjeros que se mantenían ilegales”, apuntó el director del Servicio Nacional de Migración de Panamá, Javier Carrillo.
En las diez ferias realizadas hasta ahora, 30.437 migrantes lograron obtener el permiso migratorio. De ellos 16.321 son colombianos, 6.708 nicaragüenses, 1.574 dominicanos, 1.562 venezolanos y el resto de otras nacionalidades, según el jefe migratorio.
La más reciente jornada de regularización se realizó entre el 2 y 11 de octubre en un gimnasio de esta capital. Las autoridades migratorias decidieron en esta edición otorgar a aquellos que llegaron a tramitar la renovación del carnet una extensión por diez años de permanencia en el país. A ese carnet lograron acceder un total de 3.424 extranjeros.
Carrillo explicó que ello se hizo porque los trámites resultaban muy costosos.
Los costos varían dependiendo de los países de donde provienen los inmigrantes y van desde los 1.267 dólares por los dos permisos hasta los 3.102 dólares.
“Como sabemos, la mayoría de los migrantes irregulares son personas de escasos recursos para quienes no es sencillo pagar estas altas sumas de dinero y menos por una solución temporal”, dijo Brenes.
La existencia de la mujer, no obstante, cambió radicalmente en julio del 2010, cuando el gobierno del presidente Ricardo Martinelli permitió a los extranjeros que llevaban al menos dos años viviendo en el país sin autorización legal sacar permisos de residencia y de trabajo por dos años.
Rodríguez, oriunda de Cartagena, de 31 años, recibe desde entonces todos los beneficios laborales, incluido el pago de horas extras y derecho a recibir atención médica de la Caja de Seguro Social, entidad estatal.
La cartagenera renovó en junio pasado ese permiso migratorio por dos años más, hasta mediados del 2014.
Rodríguez es una de miles de extranjeros, mayormente colombianos, nicaragüenses, dominicanos y venezolanos, que han podido regularizar su estatus migratorio con ese proceso, que el gobierno bautizó como la feria “Crisol de Razas”. En la última feria, realizada a principios de octubre, a quienes renovasen permisos se les dio una estadía de diez años.
Las autoridades migratorias panameñas argumentan que se trata de una “necesidad” coyuntural: El auge económico que vive el país demanda mano de obra para numerosos proyectos de construcción, áreas técnicas y ligados al turismo. Al mismo tiempo, aseguran que el extranjero que se regularice puede contribuir al pago de impuestos y de las cuotas por los servicios de la seguridad social.
El auge económico que vive Panamá los últimos seis años, ha motivado a que miles de extranjeros lleguen y permanezcan en este país de servicios y dolarizado, de 3,5 millones de habitantes, en busca de una buena paga.
“Panamá pasa por un período de gran crecimiento económico y gracias a su estabilidad política y social se ha convertido en un lugar de destino para muchos migrantes”, planteó a la AP Alberto Brenes, jefe de misión de la Organización Internacional para las Migraciones en Panamá. “El país ha sido muy exitoso en la atracción de inversión extranjera, lo cual aunado a los mega-proyectos de infraestructura que se están construyendo produce una gran demanda de mano de obra que no ha podido ser cubierta por la oferta local”.
La economía panameña ha sido una de las de mayor crecimiento en América Latina desde el 2006, gracias a un descomunal auge en la industria de la construcción ligado al sector inmobiliario, en el turismo y en el transporte de carga.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) anunció a principios de octubre que Panamá será nuevamente el país que mantendrá el mayor nivel de crecimiento regional en 2012, de 9,5%, y para el año entrante figurará también con 7% entre los de mayor actividad.
Megaproyectos como la ampliación del Canal de Panamá por 5.250 millones de dólares, que arrancó en 2007, y la construcción de una línea del tren metropolitano (Metro de Panamá) por 1.452 millones de dólares, que comenzó en febrero del 2011, requieren una mano de obra de la que el país no dispone.
“Hay una demanda voraz por mano de obra, la cual es muy escasa en el país, donde hay poco desempleo. El vacío lo han venido a llenar los migrantes”, abundó Brenes.
El desempleo en Panamá pasó de 6,6% en
“Se está requiriendo una gran cantidad de mano de obra que, de hecho, se estaban llenando con extranjeros que se mantenían ilegales”, apuntó el director del Servicio Nacional de Migración de Panamá, Javier Carrillo.
En las diez ferias realizadas hasta ahora, 30.437 migrantes lograron obtener el permiso migratorio. De ellos 16.321 son colombianos, 6.708 nicaragüenses, 1.574 dominicanos, 1.562 venezolanos y el resto de otras nacionalidades, según el jefe migratorio.
La más reciente jornada de regularización se realizó entre el 2 y 11 de octubre en un gimnasio de esta capital. Las autoridades migratorias decidieron en esta edición otorgar a aquellos que llegaron a tramitar la renovación del carnet una extensión por diez años de permanencia en el país. A ese carnet lograron acceder un total de 3.424 extranjeros.
Carrillo explicó que ello se hizo porque los trámites resultaban muy costosos.
Los costos varían dependiendo de los países de donde provienen los inmigrantes y van desde los 1.267 dólares por los dos permisos hasta los 3.102 dólares.
“Como sabemos, la mayoría de los migrantes irregulares son personas de escasos recursos para quienes no es sencillo pagar estas altas sumas de dinero y menos por una solución temporal”, dijo Brenes.