Cuando tu trabajo implica estar sentado durante muchas
horas, es vital elegir la silla adecuada para cuidar tu salud.
Bien es cierto que la silla no produce lesiones de forma directa sobre la espalda, pero puede provocar una postura incorrecta que, con el paso del tiempo y el uso diario y prolongado, puede derivar en lesiones en la espalda, brazos, hombros y cuello.
Criterios ergonómicos a tener en cuenta a la hora de elegir una
silla:
Lo primero que debemos tener en cuenta
es que no todas las sillas del mercado cumplen los mínimos exigidos y que no
hay una 'silla ideal' sino que depende del cuerpo de cada persona y del trabajo
que desempeñe.
El asiento debe
ser regulable en altura y permitir modificar su colocación respecto al
respaldo. Debe ser lo suficientemente ancho para que el usuario pueda estar
sentado en el centro y tener espacio a su alrededor. Además, la parte delantera
del asiento debe estar inclinada hacia abajo con el borde redondeado para no
oprimir la parte posterior de las rodillas y no dificulte la circulación de las
piernas.
El respaldo debe
ajustarse a la espalda y ofrecer un apoyo en la zona lumbar. El usuario debe
poder sentarse de tal forma que su espalda y sus piernas formen un ángulo de
90º. Se aconseja que sea regulable en inclinación, con posibilidad de regular
su firmeza y nivel de fijación.
Los apoyabrazos y
el reposapiés no son obligatorios pero si elegimos
una silla que los incluya, es aconsejable optar por modelos que permitan variar
la altura y la posición. El reposapiés debe ser regulable y estar realizado en
materiales antideslizantes.
La base, para facilitar nuestra comodidad y
desplazamientos debe tener, además de ruedas, 5 puntos de apoyo o ser lo
suficientemente estable.
El tapizado debe
ser transpirable y estar diseñado para soportar el uso continuado.
Todos los ajustes deben de ser accionables desde la posición
sentada.
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