El plan secreto de
reorganización de las Fuerzas Armadas españolas propone prescindir de 15.000
militares y 5.000 empleados civiles en los próximos 13 años
elpais.com
MIGUEL GONZÁLEZ Madrid 16 JUL 2012 - 20:52 CET
Se llama Visión 2025, es un documento clasificado
y está sobre la mesa del ministro de Defensa, Pedro Morenés, ya en su versión definitiva, desde
hace pocas semanas. Su objetivo, en palabras de su autor, el jefe del Estado
Mayor de la Defensa (Jemad), el almirante general Fernando García Sánchez, es
diseñar un modelo de Fuerzas Armadas “ágiles, adaptables, sostenibles y
tecnológicamente avanzadas” en el horizonte del primer cuarto del siglo XXI. De
lo que se deduce que el modelo actual no es lo bastante ágil, adaptable ni
tecnológicamente avanzado. Pero, sobre todo, no es económicamente sostenible.
En
los últimos cuatro años, el presupuesto de Defensa se ha reducido en un 25%, unos 1.500
millones de euros, hasta rondar los 6.300 millones, equivalentes al 0,6% del
PIB. Ello ha obligado a reducir drásticamente horas de vuelo, días de mar y
ejercicios en el campo, así como a posponer obras de modernización y de
mantenimiento, mientras el gasto de personal se disparaba hasta superar el 73%
del total. En paralelo, se ha acumulado una deuda de más de 27.000 millones de
euros derivada de los grandes programas de armamento que resulta imposible
pagar. Ni con los presupuestos actuales ni con los previsibles.
Para romper esta dinámica, que amenaza con hacer
de los ejércitos un cascarón hueco e inoperante, Visión
2025 propone reducir
20.000 efectivos. Las Fuerzas
Armadas cuentan con alrededor de 130.000 militares —83.000 soldados o marineros y 47.000
oficiales y suboficiales— y 25.000 civiles —6.000 funcionarios y 19.000
contratados laborales—, por lo que el recorte rondará el 13%.
Morenés se ha negado hasta ahora a hablar de reducciones
de plantilla,alegando que estas deben ser la consecuencia y no la
causa; y que hay que empezar por un análisis de los riesgos a los que se
enfrenta la seguridad de España y los medios necesarios para afrontarlos. Pero
lo cierto es que la mayor amenaza presente para la seguridad de los españoles
es la crisis económica y que otros países se han adelantado a reducir
drásticamente sus ejércitos. El último, uno tan poco sospechoso de pacifismo
como Reino Unido.
La
parte del león del recorte corresponderá al Ejército de Tierra, que deberá prescindir de 10.000
militares, el 50% del total; mientras que el Ejército del Aire y la Armada
recortarán 5.000 entre ambos, y el 25% restante, otros 5.000, corresponderá al
personal civil.
La
idea es que la reducción se materialice a lo largo de 13 años, mediante la
amortización de las plazas que queden vacantes y la reducción de los ingresos.
De hecho, Defensa ya ha
recortado de 83.000 a 81.000 el número de soldados y marineros en los presupuestos de
este año y ha reducido en 600 los puestos de empleados civiles, por lo que la
rebaja de 20.000 efectivos, que se calcula sobre las plantillas vigentes,
podría ser menor en términos reales.
Esta
fórmula es la menos traumática, pero presenta varios inconvenientes; el primero
es que, mientras el ahorro derivado de recortar el número de soldados —a los
que no se renueva su compromiso temporal— es inmediato, los efectos de reducir
militares de carrera tardan años en apreciarse; el segundo es el progresivo
aumento de edad, tal como se nota ya en la mayoría de empleos militares
Para evitar que se agudice la macrocefalia y el
envejecimiento de los ejércitos, Defensa deberá estimular la salida anticipada de los
mandos militares sin perspectiva de ascenso. Hasta ahora solo se contempla el pase
voluntario a la reserva, pero este resulta poco atractivo para los afectados
con el actual panorama del mercado laboral; y escasamente rentable para
Defensa, que debe seguir abonándoles hasta el 80% del sueldo. La idea es que
dos tercios de los puestos militares que se reducirán, unos 10.000,
correspondan a efectivos de tropa y marinería, y un tercio, hasta 5.000, a cuadros de mando:
oficiales y suboficiales.
Lógicamente,
el recorte de personal deberá plasmarse en una reorganización de las
Fuerzas Armadas y en
una reducción de estructuras, tanto en los cuarteles generales como en las
unidades de combate y las de apoyo. Visión 2025 propone reducir de ocho a seis el
número de brigadas con que cuenta el Ejército de Tierra, lo que obligaría a
disolver dos. También aboga por cerrar arsenales e instalaciones de la Armada y
clausurar un buen número de bases aéreas.
Pero
no todos son recortes. Se trata de contar con un Ejército más pequeño pero
mejor equipado y eso pasa por un plan de renovación del material que mejore sus
capacidades en campos como mando y control, vigilancia y reconocimiento,
inteligencia, transporte y ciberdefensa.
De
hecho, Visión 2025 no es un plan de ahorro. Asume un
periodo de fuertes ajustes que se prolongaría hasta 2015 e iría seguido de una
recuperación del presupuesto de Defensa durante la siguiente década. El
problema es que nadie garantiza que esta previsión vaya a cumplirse.