"Estas
cifras alarmantes son un llamado de atención para esta enfermedad, que consiste
en un estado mental caracterizado por sentimientos de pesimismo, tristeza y
desánimo, donde se pierde la capacidad de placer", indicó a Télam el
psiquiatra Roberto Ré, fundador de la Red Sanar.
Según la Organización Mundial
de la Salud , se
estima que dentro de diez años la depresión será la segunda causa de
incapacidad a nivel mundial y para el 2030 se cree que será la mayor
responsable de carga de enfermedad.
"Antes
que nada, debemos saber que un momento de tristeza, desánimo o `bajón`
momentáneo no significa que una persona sufra de depresión", explicó el
psicólogo Alberto Trimboli, Presidente de la Asociación Argentina
de Salud Mental (AASM).
Y agregó
que "es importante tenerlo en cuenta porque muchas veces tiende a
confundirse y la depresión es un cuadro psicopatológico, o sea una enfermedad y
no un simple estado momentáneo".
Trimboli
describió que "en ciertos momentos de la vida en los que ocurren episodios
no esperados, como es un duelo, la pérdida de un trabajo o una separación es
esperable que la persona vea afectado su estado de ánimo y esto es `normal`”.
En este
sentido, la médica psicoanalista Lía Ricón manifestó que “la tristeza es un
derecho que muchas veces no se acepta como tal y se dice que si se está triste,
se está enfermo y entonces o hay que ir a un psicoterapeuta o hay que tomar una
medicación”.
“La
tristeza, el duelo, tiene sus tiempos y hay que respetarlos -opinó la
especialista, miembro de la
Asociación de Psicoanalistas Argentina (APA)- los límites
entre lo pertinente y lo patológico están dados por la intensidad de la
reacción y por el tiempo de recuperación”.
Y a modo
de ejemplo, describió: “Una madre que pierde un hijo puede estar deprimida, sin
dejar de atender a sus otros hijos y a sí misma o su trabajo. Si no quiere
levantarse ni ocuparse de su higiene es porque necesita ayuda profesional”.
"Se
puede decir que una persona está deprimida cuando no puede enfrentar sus tareas
habituales ya sea laborales, familiares, académicas o sociales", describió
el psiquiatra Eduardo Grande.
En
referencia al incremento de casos, Grande consideró que “la depresión está muy
difundida en esta época por las dificultades que tiene el hombre para enfrentar
un mundo que lo margina”.
En la
misma línea, Ré sostuvo que “si bien existen múltiples factores que inciden, el
avance de la depresión está ligado al estilo de vida contemporáneo
caracterizado por la desesperanza, la pérdida de autocontrol y la incapacidad
para gobernarse con autonomía plenificante, la pérdida del sentido existencial
y de la realización espiritual y trascendente”.
Y
continuó: “Esto se pone de manifiesto en el incremento de los casos de
violencia, de distrés, de inseguridad, de criminalidad, de adicción y al
aumento de suicidios".
A pesar de
estas condiciones externas, los especialistas coinciden en que un diagnóstico
precoz de la enfermedad y su tratamiento son posibles y pueden dar buenos
resultados, y que no ocuparse puede hacer que la depresión se vuelva crónica.
"El
primer paso para de un tratamiento es la aceptación y el reconocimiento de
estar herido, vulnerado por alguna dolencia, y a partir de esta realidad se
puede iniciar el camino de la recuperación desde un abordaje multidimensional y
transdisciplinariamente", sostuvo el titular de la Red Sanar.
Según el
especialista "el abordaje terapéutico es gradual y se da en diferentes
niveles: en primera instancia se atiende la dimensión física y luego la
emocional y afectiva; en tercer lugar se restablece la dimensión mental, en
cuarto los vínculos sociales y por último se deben sanar y potenciar el mundo
de los valores y la dimensión espiritual".
Sobre el
aspecto físico, Ré indicó que "la depresión altera los ritmos
cronobiológicos por lo que el insomnio es una característica de la enfermedad y
actualmente existen drogas muy útiles, como la agomelatina, que sirven para la
estabilización del sueño".
"Sin
embargo, -continuó- muchos profesionales siguen recetando benzodiazepinas que
no son necesarias en todos los casos y que generan tolerancia, acostumbramiento
y adicción", detalló.
El
especialista destacó además que "las personas cambian no sólo con terapias
individuales o medicamentos, sino que pueden mejorar a través de talleres
vivenciales comunitarios y gratuitos”.
Para Ré,
la prevención también puede darse en ámbitos colectivos, a través, por ejemplo,
de la incorporación de la psicoeducación en las escuelas de todos los niveles
como parte de la currícula.
“La idea
de la psicoeducación es generar a través de clases teórico y vivenciales un
ámbito para que el estudiante aprenda a manejar sus emociones y sentimientos,
lo que repercutiría no sólo en la depresión, sino en otros aspectos como la
violencia”, añadió.