Lo complejidad burocrática para los empleadores, la falta
de acuerdo en quién asume las cuotas, las trabajadoras en una situación
irregular y la poca flexibilidad que hay para el trabajo temporal explican el
'fracaso' de la nueva norma
Por Cristina
Farrés
En el ministerio
de Empleo nadie reconoce abiertamente que la inclusión
de las trabajadoras domésticas en el Régimen
General de la Seguridad Social ha sido un fracaso. Eso sí, los portavoces del departamento liderado
por Fátima
Báñez asumen que ha incumplido su principal objetivo: aflorar el empleo
sumergido que existe en el sector.
“Esto no es igualarse al régimen de la Seguridad Social”, afirma la presidenta de la asociación de trabajadoras del hogar de Bizkaia (País Vasco), Concha Gómez, una de las más activas del sector.
Dificultades previsibles
“Existen curiosidades técnicas que ya preveían el resultado”, apuntan fuentes del bufete laboralista Sagardoy Abogados. Destacan la poca flexibilidad que existe en la ley. Igual que en la norma anterior, la fotografía final del sector muestra un colectivo de empleadas que pasan muchas horas en una casa (incluso habitan allí) y sí cotizan a la Seguridad Social; y las que pasan menos tiempo, que aún trabajan en negro.
Desde el bufete reconocen que han tenido consultas de empleadores con una larga relación con la trabajadora doméstica que les había solicitado no regularizar la situación. “Hay casos en los que cobran pensiones, de jubilación o invalidez, y el empleo doméstico lo usan como un complemento salarial”. También se tiene que tener en cuenta las trabajadoras en situación irregular en el país, una realidad habitual del sector.
Despidos
Las asociaciones denuncian que todo ello ha provocado múltiples despidos. “La pérdida de empleo ha sido sangrante, a lo que se tiene que sumar los problemas para un colectivo que no tiene el sustento familiar, como es el de las inmigrantes ilegales”, añade la presidenta. Además, denuncian las rebajas salariales: “Los sueldos ya no eran demasiado altos, pero muchos empleadores han exigido que las cuotas de cotización las asuman las trabajadoras”.
“La ley nos ha dado un derecho, pero no puede correr a cargo del retroceso de los que ya teníamos adquiridos”, añade.
Problemas burocráticos
Por otro lado, destacan la complejidad burocrática de la regularización. “El Gobierno no lo ha hecho fácil”, añade Gómez. Las profesionales aseguran que “los funcionarios no estaban preparados” para realizar los trámites necesarios y que no ofrecían suficiente información “ni para que lo realizaran contables o gestores”, que también reconocen dificultades en este sentido.
“No estaba bien calibrado qué significa para un trabajador del hogar cotizar en la Seguridad Social”, añaden fuentes judiciales consultadas.
¿Qué pasa ahora?
Todos los interlocutores coinciden en un punto: a pesar de todas las complicaciones, es recomendable que la trabajadora del hogar esté afiliada a la Seguridad Social. “El titular del hogar estará en la misma situación que cualquier otro empresario si surge un problema”, recuerdan desde el bufete español. Si hay un accidente doméstico se le puede abrir una causa judicial y, en el caso de que se descubra el empleo irregular, la Agencia Tributaria le puede interponer una sanción.
Por la premura de la norma aún no existen casos en este sentido, pero nadie las descarta a medio plazo. “Hay una falta de consciencia de empleo general en el sector”, confirma Gómez, una situación que asegura que se tiene que cambiar.