Se sabe que algunas enfermedades se desarrollan antes o bien se agravan a consecuencia de un estrés crónico, entre ellas las cardiopatías, la diabetes, el cáncer y la esclerosis múltiple.
Se sabe que algunas enfermedades
se desarrollan antes o bien se agravan a consecuencia de un estrés crónico,
entre ellas las cardiopatías, la diabetes, el cáncer y la esclerosis múltiple.
A pesar de ello, son escasas las investigaciones que se han dedicado a la
influencia del estrés crónico en quienes padecen un deterioro cognitivo leve o
la enfermedad de Alzheimer.
Se calcula que una de cada tres personas mayores de 65 años fallece padeciendo demencia. Un estudio realizado porla
Sociedad Británica del Alzheimer señala que en el Reino Unido
hay cerca de 800 000 personas que sufren alguna forma de demencia, y que
más de la mitad de ellas tienen Alzheimer. Se prevé que en 10 años haya 1
millón de personas con demencia, una cifra que podría dispararse hasta los 1,7
millones para el año 2051. Por consiguiente, existe una necesidad imperiosa de
conocer más a fondo esta enfermedad y, de ese modo, dar con formas de detener
su avance.
El estudio mencionado fue financiado por dicha Sociedad benéfica en el marco de una serie de seis subvenciones cuyo monto total asciende a 1,5 millones de libras esterlinas. «Todo el mundo vive experiencias estresantes. Nosotros pretendemos averiguar de qué manera éstas pueden constituir un factor de riesgo para el desarrollo del Alzheimer», informó Clive Holmes, profesor de psiquiatría biológica enla
Universidad de Southampton (Reino Unido) y coordinador del
estudio. «Éste es el primer paso en los empeños por formular intervenciones
basadas en tratamientos psicológicos o farmacológicos contra esta enfermedad.»
El estudio dará comienzo en cuestión de días y, durante los próximos 18 meses, los investigadores examinarán a 140 personas de 50 años o más con un deterioro cognitivo leve. Estos participantes se someterán a una evaluación del nivel de estrés y de la progresión de dicho deterioro cognitivo leve hacia la demencia. Cerca del 60 % de quienes padecen este deterioro acaban por desarrollar Alzheimer.
Los individuos participantes en el ensayo se compararán con un grupo de setenta personas que no sufren de problemas de memoria y que se considerará el grupo de referencia. Todos los individuos incluidos deberán someterse a pruebas de cognición con el fin de evaluar su estado de salud en este aspecto. Cumplimentarán cuestionarios que servirán para evaluar su tipo de personalidad, sus estrategias de afrontamiento ante situaciones estresantes y su nivel percibido de apoyo social y ánimo.
Asimismo, los científicos tomarán muestras de sangre y saliva cada seis meses para medir marcadores biológicos del estrés. Mediante las muestras sanguíneas se medirá la función inmune, mientras que con las muestras de saliva se hará un seguimiento de la concentración de cortisol, segregado por el organismo en respuesta al estrés crónico.
El procedimiento se repetirá al cabo de dieciocho meses para comprobar si se ha pasado de un deterioro cognitivo leve a Alzheimer. «La velocidad de esa progresión varía de forma extrema de un caso a otro, y un factor que no deja de cobrar importancia en este sentido es el estrés crónico», señaló el profesor Holmes. «Ello podría deberse a un acontecimiento trascendental (normalmente negativo) como una lesión o enfermedad prolongada o una cirugía de importancia.»
Así pues, mediante el estudio se examinarán «dos aspectos del alivio del estrés (físico y psicológico) y la respuesta del organismo a esa experiencia», informó. El profesor Holmes indicó que «otro acontecimiento como la pérdida de un ser querido u otra experiencia traumática -quizás incluso una mudanza- también puede ser un factor influyente».
«Opinamos que es un tema importante que merece más atención científica», destacó Anne Corbett, coordinadora de investigaciones enla Sociedad mencionada. «Los resultados podrían
ofrecer pistas de cara a nuevos tratamientos o mejores formas de sobrellevar la
afección. También será de utilidad para comprender de qué manera pueden influir
en el riesgo de desarrollar Alzheimer distintas formas de afrontar
acontecimientos vitales estresantes.»
Se calcula que una de cada tres personas mayores de 65 años fallece padeciendo demencia. Un estudio realizado por
El estudio mencionado fue financiado por dicha Sociedad benéfica en el marco de una serie de seis subvenciones cuyo monto total asciende a 1,5 millones de libras esterlinas. «Todo el mundo vive experiencias estresantes. Nosotros pretendemos averiguar de qué manera éstas pueden constituir un factor de riesgo para el desarrollo del Alzheimer», informó Clive Holmes, profesor de psiquiatría biológica en
El estudio dará comienzo en cuestión de días y, durante los próximos 18 meses, los investigadores examinarán a 140 personas de 50 años o más con un deterioro cognitivo leve. Estos participantes se someterán a una evaluación del nivel de estrés y de la progresión de dicho deterioro cognitivo leve hacia la demencia. Cerca del 60 % de quienes padecen este deterioro acaban por desarrollar Alzheimer.
Los individuos participantes en el ensayo se compararán con un grupo de setenta personas que no sufren de problemas de memoria y que se considerará el grupo de referencia. Todos los individuos incluidos deberán someterse a pruebas de cognición con el fin de evaluar su estado de salud en este aspecto. Cumplimentarán cuestionarios que servirán para evaluar su tipo de personalidad, sus estrategias de afrontamiento ante situaciones estresantes y su nivel percibido de apoyo social y ánimo.
Asimismo, los científicos tomarán muestras de sangre y saliva cada seis meses para medir marcadores biológicos del estrés. Mediante las muestras sanguíneas se medirá la función inmune, mientras que con las muestras de saliva se hará un seguimiento de la concentración de cortisol, segregado por el organismo en respuesta al estrés crónico.
El procedimiento se repetirá al cabo de dieciocho meses para comprobar si se ha pasado de un deterioro cognitivo leve a Alzheimer. «La velocidad de esa progresión varía de forma extrema de un caso a otro, y un factor que no deja de cobrar importancia en este sentido es el estrés crónico», señaló el profesor Holmes. «Ello podría deberse a un acontecimiento trascendental (normalmente negativo) como una lesión o enfermedad prolongada o una cirugía de importancia.»
Así pues, mediante el estudio se examinarán «dos aspectos del alivio del estrés (físico y psicológico) y la respuesta del organismo a esa experiencia», informó. El profesor Holmes indicó que «otro acontecimiento como la pérdida de un ser querido u otra experiencia traumática -quizás incluso una mudanza- también puede ser un factor influyente».
«Opinamos que es un tema importante que merece más atención científica», destacó Anne Corbett, coordinadora de investigaciones en
cordis.europa.eu