El llamado síndrome cervical es un cuadro clínico definido por
dolor, rigidez muscular e hipersensibilidad en la región del cuello. Puede
acompañarse de espasmo cervical, inestabilidad vasomotora, síntomas vagales que
en ocasiones incluyen mareos, cefalea intensa o visión borrosa.
Los factores causales abarcan:
§
Antecedentes
de traumatismo: latigazo cervical en un accidente de tráfico, síndrome cervical
postraumático.
§
Artrosis
con destrucción y fenómenos productivos en las articulaciones intervertebrales
de la región cervical.
§
Osteoartritis
degenerativa con participación subcondral.
§
Degeneraciones
discales con o sin herniación.
§
Sobrecargas
y esfuerzos repetitivos.
§
Contracturas
musculares por tensión.
§
Mantenimiento
de posturas fijas durante periodos prolongados.
No parece existir predominio por
sexos, y el trastorno puede presentarse a cualquier edad, aunque afecta
preferentemente a personas y trabajadores mayores de 40 o 45 años, edad a
partir de la cual son más comunes los procesos degenerativos. Son frecuentes
las mialgias y neuralgias referidas a la nuca, los chasquidos, la limitación
dolorosa de la movilidad cervical, e incluso los episodios de vértigo de
carácter rotatorio desencadenados por los movimientos del cuello.
La combinación de una mala gestión
ergonómica del puesto de trabajo y del estrés, con las consecuentes tensiones
que se generan, es la que con mayor frecuencia origina la presentación de los
síntomas. El cuadro en ocasiones no cede o lo hace de manera muy limitada, al
consumo de antiinflamatorios, analgésicos o miorrelajantes. A menudo impide el
reposo, lo que dificulta y retrasa la
recuperación. El diagnóstico es fundamentalmente clínico. Las
imágenes radiológicas de la región cervical muestran las alteraciones
degenerativas vertebrales o discales existentes, pero no son decisivas desde el
punto de vista diagnóstico, ni proporcionales a la intensidad de los síntomas.
En cuanto al tratamiento, como en
tantos casos la fisioterapia es
la mejor elección terapéutica. El tratamiento rehabilitador con diatermia e
infrarrojos contribuye a la analgesia, así como la fibrolisis diacutánea y la
punción seca. La hidroterapia es
de primera elección cuando predomina la limitación de la
movilidad. La asociación
de vasodilatadores y antiinflamatorios contribuye al alivio del dolor en las
fases agudas. Es muy aconsejable combinar los ejercicios cervicales suaves con
la práctica de la natación ejercida de forma moderada. A pesar de los esfuerzos
terapéuticos, algunos de los síntomas pueden persistir durante años, como se ha
observado hasta en un 15-20% de los casos.