En los
primeros días de agosto se celebró la semana de la lactancia materna. Ello con
el objetivo de promover esta práctica que conlleva muchos beneficios para la
salud física y emocional de los bebés, así como para las madres y la sociedad
en general. A pesar de ello, por falta de información y de condiciones
laborales, la lactancia no termina de extenderse. En efecto, según la Organización Mundial
de la Salud
(OMS), la prolongada lactancia es la mejor manera de alimentar a los bebés, así
como de fortalecer su sistema inmunológico. Por este motivo, recomienda a la
leche materna como único alimento hasta los seis meses de vida; y luego
mantenerla, al tiempo que se incorporan otros elementos a la dieta, hasta los
dos años, e incluso más de ser posible.
Coincidiendo
con esta posición, diversos estudios revelan que esta práctica promueve el
desarrollo físico y cognitivo de los bebés, y reduce el riesgo de contraer
enfermedades crónicas en la edad adulta como alergias, obesidad, diabetes,
hipertensión y algunos tipos de cáncer. Asimismo, dan cuenta que las muertes
por causa de diarreas, infecciones de las vías respiratorias, otitis y otras
aflicciones son menores en los lactantes que son amamantados durante los
primeros seis meses de vida en forma exclusiva, comparado con quienes lo hacen
en forma parcial o en los que no ocurre.
Los
beneficios también alcanzan a las madres. Además de retrasar un nuevo embarazo,
a largo plazo, las mujeres que amamantan tienen menos riesgo de sufrir cáncer
de mama y de ovario. Por otra parte, algunas teorías, como la del apego,
sostienen que entre más cerca esté el niño de su mamá desarrollará una
personalidad más tranquila. Hipótesis reforzada por el registro de una menor
incidencia de maltrato intrafamiliar en familias que han dado de lactado a sus
hijos.
Con todos
estos beneficios, se esperaría que el Estado apoye y promueva el desarrollo de
esta práctica. Sin embargo, no sucede así. En parte porque muchas madres se ven
obligadas a elegir entre dar de mamar a sus hijos o abandonar sus fuentes
laborales. Esto debido a la falta de condiciones y de tiempo. Y es que a pesar
de que en muchos países la legislación laboral permite a las mujeres tener
horas de lactancia, en la práctica no ocurre tal cosa.
Además,
prácticas modernas como separar al bebé de la madre luego del parto para
examinarlo, no alimentarlo en su primera hora de vida, o recomendar que se le
quite el pecho por diferentes temores (como la poca ingesta de leche), inducen
a la sustitución del biberón por el pezón. Luego, resulta muy difícil
establecer una lactancia materna exclusiva.
De allí la
importancia de realizar campañas de información para que la sociedad en su
conjunto conozca los beneficios de la lactancia; y para que las madres sepan
cómo ejercer este derecho.