El
envejecimiento de la
población y la precariedad laboral ponen en peligro la jubilación de los
jóvenes españoles
Está claro
que algo malo ocurre cuando una hucha se vacía pero no se llena. En las arcas
de la Seguridad
Social ahora mismo sólo hay cuatro personas en edad activa
por cada pensionista (de los que sólo 2,2 están trabajando). Es decir, hay dos españoles que ingresan por cada uno que recibe
Dentro de 20 años, cuando los 14 millones de niños de la generación «baby boom» entren en
edad de retiro se
calcula que el número de cotizantes estará casi a la par con el de jubilados.
«Nuestra generación va a empezar a cotizar a los 30 años»
Perspectiva que se vuelve funesta
desde la óptica de las jovenes de 20
a 30 años. Personas que se enfrentan a un 52% de paro
juvenil y que además, si encuentran trabajo, deben saber que su contrato
será temporal en un 65% de los casos. Generación que además deberá aguantar
sobre sus hombros el peso de la jubilación de sus padres (el contingente del
«baby boom»), en su etapa contributiva.
«Los jóvenes españoles estamos
preocupados por el sistema de pensiones, pero la primera cuestión no es esa. Lo
relevante es ¿Cuándo vamos a iniciar nosotros una vida laboral
estable?», se
pregunta Javier Pueyo, vicepresidente del Consejo de la Juventud en España.
La pregunta no es baladí. Según los
términos de la última reforma del sistema de pensiones, los españoles deberán
trabajar durante 37 años para poder acceder a una pensión contributiva. «Nuestra generación va a empezar a cotizar a los 30 años,
porque hasta entonces la mayoría somos becarios o trabajamos en negro»,
denuncia Pueyo. Periodo que con un tejido laboral tan inestable como el de
ahora es probable que no sea continuado e incluya amplios intervalos de
desempleo. «Obviamente la pensión que nos quedará será ridícula»,
añade Pueyo.
La supervivencia del sistema de pensiones
Hace años que se especula sobre la
fecha de caducidad de nuestro sistema de pensiones, sin embargo nadie acierta a
dar una fecha exacta. Las previsiones más pesimistas anunciaban hace unos años
que el sistema entraría en colpaso en 2015, ahora los expertos dan margen hasta
el 205o.
La experta en Estado de Bienestar e
investigadora del CSIC, Eloísa del Pino, cree que «es precipitado decir que el sistema de
pensiones va a entrar en quiebra» ya que a pesar de lo que se dice «desde el
Pacto de Toledo del 95 las pensiones han sido muy reformadas».
En la otra cara de la moneda, los expertos de Fedea Javier Díaz-Giménez y Julián
Díaz-Saavedra estimaron
que incluso si se llevaban a cabo reformas como las que implantó Zapatero
(jubilación a los 67, extensión del período de cotización y del tiempo para
calcular la prestación),«el primer déficit del sistema
de pensiones llegaría en 2028 y el Fondo de Reserva se agotaría en 2042».
Por suerte, el Estado lleva años
construyéndose un colchón a prueba de cataclismos. Gracias alFondo de Reserva de las pensiones se estima que el
Gobierno podría pagar la nómina a losocho millones de
pensionistas durante nueve meses seguidos.
«¿Qué va a pasar con esa generación que va a tener una
pensión más baja?»
En la hucha del Estado hay 67.900 millones de euros (el 6,22% del
PIB), cantidad de la que nunca ha echado mano ningún Gobierno y que está
invertida en deuda española en un 90%.
Las previsiones presupuestarias del
Gobierno para este año prevén, de momento, que este 2012 ocurra lo mismo. No
habrá dotaciones de excedentes para el fondo -ya que no se espera que estos
existan- pero la hucha sí continuará creciendo por la rentabilidad de las
inversiones.
Sin embargo el Gobierno ya hizo uso
de otro de sus depósitos. En concreto, sacó 4.400 millones
del Fondo de Prevención y
Rehabilitación, que contaba con algo más de 4.646 millones.
Alternativas
El sistema español de pensiones
responde al llamado «modelo de reparto». Los economistas convencionales señalan
que cuando el cociente entre pensionistas y ocupados aumente más allá de un
determinado límite la recaudación será insuficiente y para evitar problemas de
solvencia financiera se debe pasar de un sistema de reparto hacia uno de capitalización.
La principal diferencia entre ambos
es la forma de financiación. En el sistema de reparto las pensiones se
financian en parte con los aportes que realizan los trabajadores activos y el
Estado, por lo tanto, el dinero va a un fondo común con el cual se financian
las prestaciones. En el sistema de capitalización individual, cada afiliado posee una cuenta individual donde se depositan sus
cotizaciones previstas, con las cuales el Estado invierte. Al término de la
vida activa, este capital le es devuelto al afiliado o a sus beneficiarios
sobrevivientes en la forma de alguna modalidad de pensión.
La ventaja de este sistema es que es inmune a cambios demográficos, permite el pago de mayores pensiones e
incrementa la responsabilidad individual. El inconveniente es que al transitar
desde un sistema de reparto a otro de capitalización la generación de ocupados de transición deberá contribuir
al pago de las pensiones de los demás y a la vez construirse su propio fondo. Además, a largo plazo las pensiones no
contributivas desaparecerían. Por eso lo que los defensores de la
capitalización buscan modelos más moderados o mixtos que transijan entre la
capitalización y el reparto.
Por ejemplo Chile, el paradigma del sistema de capitalización,
ha evolucionado en los últimos años a fórmulas intermedias. Los cotizantes
chilenos, obligados a ahorrar un 10% de su sueldo, pueden invertir en cinco
tipos de fondos de pensiones, dependiendo del riesgo, y optar por distintos
gestores y modalidades de pago. Si fallecen, la familia recibe la pensión o el
montante en herencia.
Otra opción para asegurarse un futuro
son los fondos de pensiones. La versión privada de la capitalización existe en
España desde los años 80. Sin embargo, solo un 25% de la población tiene uno
contratado, frente
al 86% que invierte en Europa.
Eloísa del Pino recuerda que «las
alternativas privadas de capitalización o fondos de pensiones no son tan
atractivos como pudiera parecer ya que la rentabilidad de la mayoría de ellos
está cayendo». Según la investigadora del CSIC «lo que parece más seguro de
momento es apostar por un sistema
público aunque
dentro de él se pueden discutir distintas fórmulas o reformas».
¿Y el futuro?
Del Pino se pregunta acerca del futuro
de los jovenes. ¿Qué ocurrirá cuando esa generación tenga hijos? «Un 21% de las
mujeres de 65 años cuida de sus nietos, dentro de unos años muchas mas mujeres
estarán trabajando y además hasta los 67 años como mínimo ¿Quien va a cuidar de
los nietos entonces? ¿De los maridos enfermos? ¿Quien va a cuidar de los dependientes?»
Y sobre todo «¿Qué va a pasar con esa generación que va a tener una pensión más baja y que además van a vivir mas
años en un peor estado de salud?».