sábado, 25 de agosto de 2012

4 CLAVES PARA ENTENDER LA RELACIÓN ENTRE LACTANCIA MATERNA Y SALUD INFANTIL


Natalia Touzón analiza para Inspira la estrecha relación entre lactancia materna y salud infantil y la situación de esta práctica en el mundo.

 La Organización Mundial de la Salud (OMS) es bien clara cuando recomienda dar exclusivamente leche materna hasta los seis meses. La lactancia materna en el primer medio año de vida también es reivindicada por otros organismos internacionales, como UNICEF, y por la mayor parte de agrupaciones de pediatría y obstetricia. No es fruto de una moda ni de una singular obsesión política sino que “la lactancia materna exclusiva o completa durante unos seis meses es un objetivo deseable”, apunta la Sociedad Europea de Gastroenterología y Nutrición Pediátricas (ESPEGHAN). Solventes y contrastables, son muchos los datos que hacen hincapié en la lactancia materna exclusiva y en que éste dure tanto tiempo como quieran madre y bebé.
Y sin embargo, persiste un porcentaje importante de abandono (por falta de información, por falta de asesoramiento adecuado o por las dificultades propias de la lactancia) y la legislación es muy desigual en muchos países, lo que complica la seguridad jurídica y la conciliación laboral a cientos de miles de mujeres.
A continuación, apuntamos cuatro claves para acercarse a esta realidad, con los correspondientes enlaces para ampliar la información.

1. El consenso científico sobre los beneficios de la lactancia materna
“La leche materna es ideal para los recién nacidos y lactantes, ya que les aporta todos los nutrientes que necesitan para un desarrollo sano”, señala la OMS. “Además, es inocua y contiene anticuerpos que ayudan a proteger al lactante de enfermedades frecuentes como la diarrea y la neumonía, que son las dos causas principales de mortalidad infantil en todo el mundo. La leche materna es fácil de conseguir y asequible, lo que ayuda a garantizar que el lactante tenga suficiente alimento.”
Dos de los últimos estudios que indican beneficios de la lactancia materna y que han conseguido una significativo eco internacional son de este mismo año. El primero señala que la lactancia materna podría evitar que los niños desarrollaran un alto nivel de hostilidad en la etapa adulta. Lo sostiene un grupo de investigadores finlandeses, que han estudiado este fenómeno y publicado sus conclusiones en la revista especializada ‘Journal of Psychotherapy and Psychosomatics’. El otro estudio reciente, en el que han colaborado la UPV / EHU y el Instituto Karolinska de Estocolmo, destaca que una prolongada lactancia materna reduce el riesgo cardiovascular en niños y adolescentes.
Cabe señalar, además, que la lactancia materna también beneficia la relación de intimidad y proximidad de la madre y el bebé. Es menos conocido, sin embargo, que la lactancia reduce el riesgo de cáncer de mama y ovario en fases posteriores de la vida y ayuda a las mujeres a recuperar más rápidamente su peso anterior al embarazo, reduciendo las tasas de obesidad.

2. La importancia del factor cultural
La lactancia materna requiere un aprendizaje y, en algunos casos, se ha roto la cadena de transmisión cultural. El dolor (sobre todo las grietas en el pezón y las mastitis), los miedos sobre si con la leche materna es suficiente para alimentar al hijo y la presión social que aboga por una solución más fácil explican el abandono, especialmente en los países desarrollados. Para asegurar el éxito de la lactancia los centros sanitarios juegan un papel clave, asegurando el apoyo y la información, pero también los grupos de lactancia, espacios más abiertos en los que las madres comparten e intercambian información. En la actualidad, estos servicios se ofrecen en más de 152 países y hay más de 20.000 centros “amigos” de la lactancia materna, según datos de la misma OMS.

3. Supervivencia y lactancia van de la mano en los países en vías de desarrollo
La organización Save The Children apunta en su informe anual 2012 que en las condiciones habituales de los países en vías de desarrollo los niños alimentados con leche materna tienen hasta seis veces más posibilidades de sobrevivir que los que no. En las zonas más pobres del planeta, la lactancia materna no sólo garantiza un mayor bienestar, sino la misma supervivencia del bebé.
La leche artificial no contiene los anticuerpos presentes en la leche materna, que si no se prepara adecuadamente conlleva riesgos relacionados con el uso de agua insalubre y material no estéril o con la posible presencia de bacterias en la leche en polvo. Por otra parte, una dilución excesiva con el fin de ahorrar puede acabar produciendo malnutrición. La OMS también señala que las tomas frecuentes mantienen la producción de leche materna tal y como el bebé necesita mientras que en caso que se utilice leche artificial existe el riesgo que ésta deje de estar disponible de un día para otro (hecho habitual en este tipo de países) y entonces resulte imposible volver a la lactancia materna debido a la disminución de la producción de leche de la madre.
En los países en vías de desarrollo la lactancia se recomienda incluso en los casos que las madres tengan anticuerpos del sida.
Finalmente, la lactancia exclusivamente materna constituye un método natural (aunque no totalmente seguro) de control de la natalidad (protección del 98% durante los primeros 6 meses siguientes al parto).

4. La conciliación, la gran asignatura pendiente
En los países desarrollados uno de los problemas principales está en la dificultad de conciliar las vidas laborales de las madres con las necesidades de la lactancia materna. En Europa hay una diversidad muy importante de enfoques y de servicios disponibles.
En general, la baja de maternidad remunerada está garantizada en todos los países europeos, pero varían, y mucho, las condiciones económicas y temporales. En algunos países, hay una mayor oferta de servicios complementarios (guarderías en los lugares de trabajo, facilidades para el trabajo a tiempo parcial, teletrabajo o reducción de jornada).
Entre los países con permisos de maternidad y paternidad más largos de la UE está Suecia (16 meses), compartidos entre padre y madre y con la percepción del 80% del sueldo los primeros 390 días. El caso de Noruega (que no pertenece a la UE) merece destacarse. Diferentes estudios lo destacan como el mejor país para ser madre. No es extraño: 392 días al 80% del sueldo y 322 días al 100%. El padre tiene derecho a 70 días de ayuda con el 100% del sueldo y la madre está obligada a coger la baja 21 días antes del parto. En el lado opuesto, Malta (14 semanas), Eslovenia o Bélgica.
España está a la cola de Europa: 112 días por la madre y 15 días por el padre. Ocupa el puesto octavo después de Turquía y Suiza.
La lactancia materna beneficia al bebé y a la madre. Su reconocimiento social recupera terreno perdido y vuelve a mostrarse como una opción óptima para los primeros meses de vida.