Natalia Touzón analiza para Inspira la estrecha relación entre lactancia materna y salud
infantil y la situación de esta práctica en el mundo.
Y sin embargo, persiste un porcentaje importante de abandono
(por falta de información, por falta de asesoramiento adecuado o por las
dificultades propias de la lactancia) y la legislación es muy desigual en
muchos países, lo que complica la seguridad jurídica y la conciliación laboral
a cientos de miles de mujeres.
A continuación, apuntamos cuatro claves para acercarse a esta
realidad, con los correspondientes enlaces para ampliar la información.
1. El
consenso científico sobre los beneficios de la lactancia materna
“La leche materna es ideal para los
recién nacidos y lactantes, ya que les aporta todos los nutrientes que
necesitan para un desarrollo sano”, señala la OMS. “Además, es inocua y contiene anticuerpos que ayudan a
proteger al lactante de enfermedades frecuentes como la diarrea y la neumonía,
que son las dos causas principales de mortalidad infantil en todo el mundo. La
leche materna es fácil de conseguir y asequible, lo que ayuda a garantizar que
el lactante tenga suficiente alimento.”
Dos de los últimos estudios que
indican beneficios de la lactancia materna y que han conseguido una
significativo eco internacional son de este mismo año. El primero señala que la lactancia materna podría evitar que los niños
desarrollaran un alto nivel de hostilidad en la etapa adulta. Lo
sostiene un grupo de investigadores finlandeses, que han estudiado este
fenómeno y publicado sus conclusiones en la revista especializada ‘Journal of
Psychotherapy and Psychosomatics’. El otro estudio reciente, en el que han
colaborado la UPV / EHU y el
Instituto Karolinska de Estocolmo, destaca que una prolongada lactancia materna reduce el riesgo
cardiovascular en niños y adolescentes.
Cabe señalar, además, que la
lactancia materna también beneficia la relación de intimidad y proximidad de la
madre y el bebé. Es menos conocido, sin embargo, que la lactancia reduce el riesgo de cáncer de mama y ovario en fases posteriores de la
vida y ayuda a las mujeres a recuperar más rápidamente su peso anterior al
embarazo, reduciendo las tasas de obesidad.
2. La
importancia del factor cultural
La lactancia materna requiere un
aprendizaje y, en algunos casos, se ha roto la cadena de transmisión cultural.
El dolor (sobre todo las grietas en el pezón y las mastitis), los miedos sobre
si con la leche materna es suficiente para alimentar al hijo y la presión
social que aboga por una solución más fácil explican el abandono, especialmente
en los países desarrollados. Para asegurar el éxito de la lactancia los centros
sanitarios juegan un papel clave, asegurando el apoyo y la información, pero
también los grupos de lactancia, espacios más abiertos en los que las madres
comparten e intercambian información. En la actualidad, estos servicios se
ofrecen en más de 152 países y hay más de 20.000 centros “amigos” de la
lactancia materna, según datos de la misma OMS.
3.
Supervivencia y lactancia van de la mano en los países en vías de desarrollo
La organización Save The Children apunta en su informe anual
2012 que en las condiciones habituales de los países en vías de desarrollo los
niños alimentados con leche materna tienen hasta seis veces más posibilidades
de sobrevivir que los que no. En las zonas más pobres del planeta, la lactancia
materna no sólo garantiza un mayor bienestar, sino la misma supervivencia del
bebé.
La leche artificial no contiene los
anticuerpos presentes en la leche materna, que si no se prepara adecuadamente
conlleva riesgos relacionados con el uso de agua insalubre y material no
estéril o con la posible presencia de bacterias en la leche en polvo. Por otra
parte, una dilución excesiva con el fin de ahorrar puede acabar produciendo
malnutrición. La OMS también señala
que las tomas frecuentes mantienen la producción de leche materna tal y como el
bebé necesita mientras que en caso que se utilice leche artificial existe el
riesgo que ésta deje de estar disponible de un día para otro (hecho habitual en
este tipo de países) y entonces resulte imposible volver a la lactancia materna
debido a la disminución de la producción de leche de la madre.
En los países en vías de desarrollo la lactancia se recomienda incluso en los casos que las
madres tengan anticuerpos del sida.
Finalmente, la lactancia exclusivamente materna constituye un
método natural (aunque no totalmente seguro) de control de la natalidad
(protección del 98% durante los primeros 6 meses siguientes al parto).
4. La
conciliación, la gran asignatura pendiente
En los países desarrollados uno de los problemas principales
está en la dificultad de conciliar las vidas laborales de las madres con las
necesidades de la lactancia materna. En Europa hay una diversidad muy
importante de enfoques y de servicios disponibles.
En general, la baja de maternidad remunerada está garantizada en
todos los países europeos, pero varían, y mucho, las condiciones económicas y
temporales. En algunos países, hay una mayor oferta de servicios
complementarios (guarderías en los lugares de trabajo, facilidades para el
trabajo a tiempo parcial, teletrabajo o reducción de jornada).
Entre los países con permisos de maternidad y paternidad más
largos de la UE
está Suecia (16 meses), compartidos entre padre y madre y con la percepción del
80% del sueldo los primeros 390 días. El caso de Noruega (que no pertenece a la UE ) merece destacarse.
Diferentes estudios lo destacan como el mejor país para ser madre. No es
extraño: 392 días al 80% del sueldo y 322 días al 100%. El padre tiene derecho
a 70 días de ayuda con el 100% del sueldo y la madre está obligada a coger la
baja 21 días antes del parto. En el lado opuesto, Malta (14 semanas), Eslovenia
o Bélgica.
España está a la cola de Europa: 112 días por la madre y 15 días
por el padre. Ocupa el puesto octavo después de Turquía y Suiza.
La lactancia materna beneficia al bebé y a la madre. Su
reconocimiento social recupera terreno perdido y vuelve a mostrarse como una
opción óptima para los primeros meses de vida.