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La fiscalidad del trabajo se rebajará y
subirá la del consumo
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La idea es reforzar la fiscalidad
patrimonial para gravar las grandes riquezas
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En el impuesto sobre sociedades se
retirarán deducciones y se plantea rebajar el tipo nominal
El
modelo tributario español hoy se caracteriza precisamente por la ausencia de un
modelo claro y coherente. Durante los años previos a la crisis, el sistema
fiscal invitaba al endeudamiento de familias y empresas. En términos fiscales
resultaba mucho más atractivo emprender una inversión empresarial con
financiación ajena que con recursos propios. Y, para las familias, el modelo
incentivaba la compra de vivienda frente al alquiler. La crisis ha desmantelado
este paradigma y revelado las imperfecciones de un sistema tributario
excesivamente dependiente del sector inmobiliario.
La desordenada estructura impositiva de España se ha forjado a
golpe de reales decretos aprobados con urgencia ante la falta de financiación
de la
Administración. Los años del boom inmobiliario ocultaron las
carencias de un modelo fiscal que políticos, empresarios y expertos coinciden
en que debe reformarse. La crisis ha afectado a todos los países, pero ninguno
ha registrado un retroceso en los ingresos como España. El PIBnominal avanzó un
3% en 2008 y la recaudación impositiva cayó un 15%. Al año siguiente, la
economía en términos nominales retrocedió un 3% y la recaudación volvió a caer
otro 15%. Las subidas fiscales aprobadas por este Gobierno y el anterior –nunca
se habían subido tanto los impuestos en tan poco tiempo– han servido para
evitar un mayor agujero en las arcas públicas, aunque ello no oculta que el
actual modelo tiene una capacidad recaudatoria muy baja. España es de los
países con unos tipos impositivos más altos y, sin embargo, es de los Estados
que menos recauda. Grecia ingresa más que España en términos de PIB. El
sistema, nadie lo niega, es ineficiente.
El Ministerio de Hacienda
entiende que la salida de la recesión supone el momento propicio para aplicar
una reforma integral del sistema tributario español que se aprobará el próximo
año y que actualmente estudia una Comisión de Expertos. La letra pequeña
todavía no se conoce, pero las grandes líneas de la reforma ya están trazadas.
IRPF: Menos tramos y tipos
más reducidos en el IRPF
El impuesto sobre la renta que aplican los asalariados y
autónomos es el principal impuesto por recaudación y el que mejor se ha
comportado durante la crisis económica. El actual Gobierno, y también el anterior,
han recurrido con insistencia a este tributo para salvar los ingresos públicos.
Reforma tras reforma, la estructura de este impuesto ha retrocedido una década.
El IRPFde hoy se parece por el elevado número de tramos y tipos al vigente en
los años noventa. El impuesto cuenta ahora con siete tramos –en 2010 eran solo
cuatro– y un gravamen máximo del 52% frente al 43% vigente antes de la crisis.
Y algunas comunidades como Cataluña han utilizado su capacidad normativa para
elevar hasta el 56% el tipo máximo para las rentas más altas, un porcentaje que
en el mundo solo supera Suecia y la pequeña isla de Aruba. La reforma fiscal
irá encaminada a rebajar tramos y tipos impositivos, especialmente en los
tramos más elevados.
Buena parte de los teóricos
fiscales defiende un tipo único y gestionar la progresividad a través de los
mínimos exentos. Este modelo, difícil de vender a las puertas de unos comicios
–la reforma fiscal se aprobará en 2014 y las elecciones generales son en 2015–,
tiene la ventaja de simplificar el impuesto. Además, un mínimo exento elevado
puede llegar a convertir el sistema en más progresivo que un modelo basado en
un gran número de tramos y tipos.
Es pronto para saber cuál será
la estructura del IRPF, aunque existe absoluta certeza de que tendrá menos
tramos, tipos más reducidos y, previsiblemente, se ampliarán los mínimos
personales y familiares, especialmente para los contribuyentes con hijos. De
hecho, esta es una promesa electoral del PPque quedó en el cajón y que Hacienda
confía en cumplir.
La literatura y las recomendaciones de la Comisión Europea
o el FMIapuestan por rebajar la fiscalidad del trabajo, algo que en España no
se ha producido. En 2007, el IRPF representaba el 36% del total de la
recaudación impositiva del Estado. Hoy alcanza el 42%. Respecto a las
deducciones, no existe ninguna posibilidad de recuperar la deducción por
vivienda, que el Ejecutivo de Mariano Rajoy resucitó al llegar al Gobierno y
que se vio obligado a retirar en 2013 por las presiones de Bruselas.
IVA e Impuestos Especiales: Elevar la fiscalidad sobre el consumo para ganar eficiencia
Los teóricos coinciden en que se debe rebajar la tributación del factor trabajo y elevar la fiscalidad del consumo. España ya subió el tipo general dos puntos en 2010, del 16% al 18% y, en 2013, se aprobó un incremento adicional de tres puntos hasta el 21%. Solo Hungría y Rumanía en Europa aplicaron incrementos más drásticos de una sola tacada. Sin embargo, Bruselas no cesa en señalar que España recauda poco por el principal impuesto indirecto y culpabiliza de ello al elevado listado de productos que aplican el tipo reducido del 10% o el superreducido del 4%. Ambos regímenes especiales provocan una merma recaudatoria de 9.700 millones al año.La Comisión insiste en que España debe trasladar
productos actualmente bonificados al gravamen del 21%. El Ejecutivo de Rajoy lo
rechaza de momento para no perjudicar, por ejemplo, el sector turístico, que
aplica el gravamen reducido del 10%.
IVA e Impuestos Especiales: Elevar la fiscalidad sobre el consumo para ganar eficiencia
Los teóricos coinciden en que se debe rebajar la tributación del factor trabajo y elevar la fiscalidad del consumo. España ya subió el tipo general dos puntos en 2010, del 16% al 18% y, en 2013, se aprobó un incremento adicional de tres puntos hasta el 21%. Solo Hungría y Rumanía en Europa aplicaron incrementos más drásticos de una sola tacada. Sin embargo, Bruselas no cesa en señalar que España recauda poco por el principal impuesto indirecto y culpabiliza de ello al elevado listado de productos que aplican el tipo reducido del 10% o el superreducido del 4%. Ambos regímenes especiales provocan una merma recaudatoria de 9.700 millones al año.
El llamado Informe Mirrlees, un voluminoso estudio sobre el
diseño de un sistema tributario óptimo que acaba de publicar en castellano la Fundación Ramón
Areces, aboga por un tipo único sin ningún régimen especial. Un escenario
improbable porque resultaría impopular suprimir el IVA reducido del 4% que aplican,
por ejemplo, los alimentos o los medicamentos. Además, un Estado miembro solo
aceptaría un gravamen uniforme, si ello se aplica al resto de países de la UE. En cualquier caso, cada
vez más voces, como la de Fedea, insisten en que el IVAno debe utilizarse para
aplicar políticas redistributivas. El informe Mirrlees reconoce que el tipo
único perjudicaría especialmente a los hogares con menos renta, pero abogan por
compensar ese efecto a través de rebajas fiscales en el IRPF. En cualquier
caso, todo apunta que, de una u otra forma, España deberá elevar la fiscalidad
sobre el consumo. En este sentido, Bruselas recuerda que tiene margen para
subir los impuestos especiales.
Impuesto sobre
sociedades: La referencia es la fiscalidad empresarial alemana
Ningún otro tributo refleja mejor el agotamiento del modelo fiscal español que el impuesto sobre sociedades, cuya recaudación ha caído un 52% desde 2007. El tipo nominal vigente asciende al 30%, uno de los más altos dela UE y, sin embargo, España es de
los Estados que menos recauda. El listado inmenso de deducciones provoca que la
tributación efectiva, especialmente para las grandes empresas, esté muy alejada
del tipo nominal del 30%. Hacienda se ha marcado como modelo el impuesto sobre
sociedades alemán, mucho más simple y con menos beneficios tributarios. De
hecho, la limitación de los gastos financieros al 30% del beneficio operativo
que aprobó el Ejecutivo el año anterior es una copia casi exacta de la
legislación germana. La posibilidad de deducirse sin ningún límite los
intereses contribuyó decisivamente al sobreendeudamiento de las empresas y
fomentó operaciones financieras artificiales para acogerse a este beneficio
fiscal.
Ningún otro tributo refleja mejor el agotamiento del modelo fiscal español que el impuesto sobre sociedades, cuya recaudación ha caído un 52% desde 2007. El tipo nominal vigente asciende al 30%, uno de los más altos de
En cualquier caso, el país
presidido por Angela Merkel tiene ciertas características que no son
exportables a España. En Alemania, la carga fiscal se sitúa en el 29,8% y se
divide entre el impuesto sobre sociedades, con un tipo del 15%, y el Impuesto
de Actividades Económicas (IAE), un tributo que en España es casi residual.
Hacienda no se plantea esta fórmula. Además, la legislación alemana no
contempla un régimen especial para pymes, algo que sí sucede en España, donde
las pequeñas y medianas empresas tributan al 25% y bajo determinadas
circunstancias pueden aplicar un tipo del 20% o, incluso, del 15%. El
exdirector general de Tributos, Jesús Gascón, defiende en su libro Diagnóstico
y propuestas para una reforma fiscal que este modelo desincentiva el
crecimiento empresarial y sostiene que el sistema debería ir en dirección
contraria y beneficiar fiscalmente a las empresas que alcancen un determinado
volumen.
La reforma de Hacienda no planteará suprimir el régimen especial
para pymes. De hecho, la recién aprobada Ley de Emprendedores ha reforzado las
diferencias de tributación entre las pequeñas y grandes empresas. La idea de
Hacienda, que se plasmará en la propuesta de los expertos es retirar más
deducciones para las multinacionales, una medida que podría acompañarse de una
reducción del tipo nominal del 30%, un porcentaje que los expertos consideran
excesivo.
Ahorro: Beneficios
fiscales para los planes de pensiones privados
Las plusvalías del ahorro aplicaban hasta 2010 un tipo único del 18% en el IRPF con independencia de su procedencia (dividendos, intereses, venta de acciones, etcétera). La crisis llevó al anterior Gobierno a establecer una escala progresiva con gravámenes más elevados que el Ejecutivo actual también elevó. Más allá de la segura rebaja de tipos, la reforma tributaria mantendrá la neutralidad en las fuentes del ahorro para no incentivar unos sectores frente a otros. Sin embargo, las aportaciones a planes de pensiones privados seguirán gozando de una reducción en el IRPF, una ventaja que, fuentes del Ejecutivo, aseguran que podría ampliarse.
Las plusvalías del ahorro aplicaban hasta 2010 un tipo único del 18% en el IRPF con independencia de su procedencia (dividendos, intereses, venta de acciones, etcétera). La crisis llevó al anterior Gobierno a establecer una escala progresiva con gravámenes más elevados que el Ejecutivo actual también elevó. Más allá de la segura rebaja de tipos, la reforma tributaria mantendrá la neutralidad en las fuentes del ahorro para no incentivar unos sectores frente a otros. Sin embargo, las aportaciones a planes de pensiones privados seguirán gozando de una reducción en el IRPF, una ventaja que, fuentes del Ejecutivo, aseguran que podría ampliarse.
El Ministerio de Hacienda rechaza acatar la recomendación de
Bruselas de eliminar este beneficio fiscal, que tilda de “regresivo” y culpa de
“falsear la composición del ahorro”.
El ministro de Hacienda ya ha adelantado que el Ejecutivo mantendrá una tributación diferente en función del período de generación de las plusvalías, un cambio normativo introducido el año pasado. Se diferencia así al ahorrador del especulador. Actualmente, los beneficios obtenidos en menos de un año se incorporan al tramo general del IRPF que alcanza un tipo del 52%. En cambio, si la plusvalía se ha generado en más de 12 meses, los beneficios tributan por la tarifa del ahorro que fija un gravamen del 21% para los primeros 6.000 euros de beneficio. Del 25% para ganancias entre 6.000 y 24.000 euros. A partir de ese nivel, la carga fiscal asciende al 27%. El compromiso de Hacienda es rebajar los tipos impositivos.
El ministro de Hacienda ya ha adelantado que el Ejecutivo mantendrá una tributación diferente en función del período de generación de las plusvalías, un cambio normativo introducido el año pasado. Se diferencia así al ahorrador del especulador. Actualmente, los beneficios obtenidos en menos de un año se incorporan al tramo general del IRPF que alcanza un tipo del 52%. En cambio, si la plusvalía se ha generado en más de 12 meses, los beneficios tributan por la tarifa del ahorro que fija un gravamen del 21% para los primeros 6.000 euros de beneficio. Del 25% para ganancias entre 6.000 y 24.000 euros. A partir de ese nivel, la carga fiscal asciende al 27%. El compromiso de Hacienda es rebajar los tipos impositivos.
Patrimonio: Ingenio para
gravar la riqueza de los ricos de verdad
La tributación sobre la riqueza tiene muchos enemigos que argumentan que no tiene sentido castigar fiscalmente el patrimonio. En teoría, los bienes que un contribuyente posee se han adquirido con rentas que ya tributaron en su momento en el IRPF, en el impuesto sobre sociedades o en el impuesto sobre sucesiones, en el caso de patrimonios heredados. Sin embargo,la Comisión Europea
y, recientemente también el Fondo Monetario Internacional (FMI), tiran de
pragmatismo y apuestan por sacar más partido a los impuestos que gravan la
riqueza porque, en su opinión, son más eficientes y distorsionan menos la
economía.
La tributación sobre la riqueza tiene muchos enemigos que argumentan que no tiene sentido castigar fiscalmente el patrimonio. En teoría, los bienes que un contribuyente posee se han adquirido con rentas que ya tributaron en su momento en el IRPF, en el impuesto sobre sociedades o en el impuesto sobre sucesiones, en el caso de patrimonios heredados. Sin embargo,
Más allá del IBI, el tributo
municipal que aplican los propietarios de inmuebles, está vigente el impuesto
sobre el patrimonio, un tributo que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero
eliminó en 2008 y recuperó con carácter temporal para 2011 y 2012. El Ejecutivo
de Mariano Rajoy prorrogó su vigencia hasta el ejercicio fiscal de 2014, año en
que desaparecerá definitivamente. Sin embargo, el Ejecutivo tiene la intención
de idear un nuevo modelo de tributación patrimonial, que estaría vinculado al
IRPF. En este caso, el mayor reto será establecer un tributo sin lagunas que
realmente grave a los ricos. El problema del impuesto sobre el patrimonio
actual es que resulta fácilmente eludible para los contribuyentes más
adinerados y que pueden camuflar sus propiedades bajo un paraguas empresarial.
Precisamente, este fue uno los argumentos esgrimidos cuando se eliminó.
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