Las Autoridades comienzan a
administrar un medicamento que consideran efectivo, pero el temor entre la
población continúa
El Este de China ha sacado la
artillería pesada para combatir la nueva gripe aviar: ha prohibido el comercio
de aves vivas, ha ordenado el cierre de todos los mercados al aire libre, en
los que se han sacrificado más de 21.000 pollos y patos, mantiene los hospitales
en alerta máxima, y ha enviado las sustancias necesarias para realizar tests a
409 laboratorios repartidos por todo el país. Además, las autoridades
sanitarias han aprobado este sábado el uso en pacientes de inyecciones de un
medicamento -Peramivir-, que consideran efectivo para hacer frente a la cepa
del virus que tiene al país en jaque.
Pero, aunque el ritmo al que aparecen nuevos casos se ha reducido
y no se han registrado más muertes desde el viernes -en total son seis-, las
autoridades de Shanghái consideran que será difícil evitar una epidemia en la
ciudad más poblada del país -24 millones de habitantes-, que concentra el mayor
número de infecciones por el virus H7N9, cuyo total ha ascendido hoy a
21.
La preocupación está en los pollos que han dado positivo en la
capital económica de China. Concretamente, ocho de las 19 muestras recogidas el
sábado en tres mercados de Shanghái estaban contaminadas por la nueva cepa de
la gripe aviar. Por eso, el Gobierno ha decidido mantener el veto al comercio
de aves vivas, una medida que han adoptado también las capitales vecinas
Hangzhou y Nanjing, y está compensando a los vendedores cuyos animales ha
sacrificado con al menos un 50% del precio de mercado. “Es muy poco”, critican
varios comerciantes que hablaron ayer con EL PAÍS bajo condición de anonimato.
“Es normal que algunos compañeros estén tratando de evitar que maten las aves y
busquen otro canal para venderlas”.
Eso es precisamente lo que provoca el temor de la población. La
Organización Mundial de la Salud, que no recomienda por el momento ningún
control especial en fronteras ni restricciones en los planes de viaje, sí
confirma que no se deben comer los animales enfermos, aunque teóricamente el
virus muere a altas temperaturas. “Primero aparecieron miles de cerdos muertos
en el río, luego fueron patos, hoy han sido 600 kilos de peces flotando.
Y luego están los pollos con la nueva gripe aviar. Con la moralidad que tienen
nuestros empresarios y la falta de control del Gobierno, seguro que terminan en
nuestro plato”, se lamentaba Cao Minglei, una ama de casa de Shanghái.
No es la única que recela de la transparencia cacareada por el
Gobierno. Japón ha pedido este sábado a Pekín que envíe cuanto
antes muestras del virus para poder continuar trabajando en una vacuna. Y Hong
Kong decidió desempolvar las 1.400 camas de aislamiento que instaló tras el
brote de neumonía atípica -SARS- hace una década. “Hay que estar preparado para
el H7N9, porque el virus puede llegar a Hong Kong”, ha dicho el responsable del
área de Salud del Gobierno autonómico de la ex colonia británica, Ko Wing-man.
No en vano, un 62% de quienes han respondido a una encuesta del
diario South China Morning Post esperan
que esta semana salgan a la luz los primeros enfermos por el virus en Hong
Kong. El periódico también mostró su preocupación en un editorial titulado Pekín tiene que dar al mundo información completa
sobre el brote de gripe aviar. Lo cierto es que todavía se
desconoce el origen de la infección, aunque se especula con la posibilidad de
que se encuentre en las penosas condiciones en las que malviven las aves en las
explotaciones de las zonas más desarrolladas del país.