PILAR QUIJADA
El manitol mejora el movimiento y
reduce la acumulación de proteínas en el cerebro de un modelo experimental en
moscas.
El manitol,
un edulcorante presente en los chicles sin azúcar, podría dar nuevas pistas
para el tratamiento del párkinson, la enfermedad neurodegenerativa más
frecuente, después el alzhéimer. Esta sustancia, que se obtiene de las algas,
ya se utiliza como fármaco para disminuir la inflamación del cerebro y tratar
la insuficiencia renal. Además, tiene una interesante propiedad muy útil en
oncología, la de facilitar el acceso de la quimioterapia al cerebro para luchar
contra los tumores cerebrales. A estas propiedades, según una investigación de
la Universidad de Tel Aviv, hay que sumar una más: la de evitar la acumulación de la
proteína denominada alfa sinucleína, que juega un papel crítico en el
desarrollo y progresión del párkinson.
Igual que ocurre en la enfermedad de alzhéimer con las placas
amiloides, la alfa sinucleína,
una proteína de 140 aminoácidos, sufre un defecto y se acumula en la enfermedad de
Parkinson en una región del cerebro denominada sustancia negra, lo que provoca
la muerte de las neuronas que producen dopamina, un neurotransmisor
esencial para llevar a cabo los movimientos, entre otras importantes funciones. La pérdida progresiva de estas
neuronas dopaminérgicas es la responsable de los síntomas
motores característicos de esta patología, como la lentitud de movimientos
(bradicinesia), temblor y rigidez.
Proteína anómala
En condiciones normales unas proteínas denominadas chaperonas
ayudan a la alfa sinucleína a adquirir una forma tridimensional determinada,
que le permite llevar a cabo su función en el cerebro, aunque aún se desconoce
cuál es. En las personas con
párkinson, esta proteína se pliega de forma inadecuada, lo que hace que se
acumule en la sustancia negra. Según los investigadores de la Universidad
de Tel Aviv, el manitol, capaz
de llegar hasta el cerebro gracias
a su capacidad para traspasar la barrera hematoencefálica, actuaría como una
chaperona química, ayudando a
que la alfa sinucleína recobre su forma y,
por tanto, evitando que se acumule en el cerebro.
Daniel Segal y
sus colegas de la Universidad de Tel Aviv han comprobado este efecto en moscas transgénicas de la fruta(drosophila
melanogaster), que expresan la alfa sinucleína humana. Este modelo de
experimentación tiene la ventaja de que los resultados pueden verse en unos
pocos días, dado que estas pequeñas moscas no viven mucho más de tres o
cuatro semanas. Las moscas que desarrollan el equivalente a la enfermedad de
Párkinson humana muestran
también trastornos del movimiento. Eso dificulta que puedan escalar la
pared de un tubo de ensayo, por lo que la mayoría permanecen en el fondo, y
sólo un 38% se mueve por las paredes, a diferencia de las moscas normales, que
se deambulan sin dificultad en un 70% de los casos.
Cuando los investigadores de Tel Aviv alimentaron con manitol a las
moscas que se quedaban en el fondo del tubo, delatando una disfunción
motora severa, hasta el 70% de
ellas logró trepar por la pared después de 27 días de tratamiento, frente
al 38% que logró hacerlo sin manitol. Además, en
su cerebro se redujo la acumulación de la proteína alfa sinucleína mal plegada cuando se las comparaba con las
que no habían tenido acceso a este edulcorante. Los resultados de esta
investigación se han presentado en la Conferencia sobre
Investigación en Drosófila, de la Sociedad Americana de Genética,
que se está celebran entre los días 3 y 7 de abril en Washington.
Siguiente paso
El siguiente paso será comprobar
si el manitol tiene el mismo efecto en los modelos de ratón para la enfermedad de Parkinson.
Es decir, si mejora capacidad
para moverse y produce una disminución significativa de la proteína anómala en
el cerebro. Y de ser así, puesto que ya está aprobado por la Agencia para
la Alimentación y Medicamentos americana (FDA) como fármaco, se podría llevar a cabo ensayos en
voluntarios.
Sin embargo, estas investigaciones llevarán su tiempo,
como señala de forma cautelosa el doctor Segal, autor principal de la
investigación, que advierte que no
es aconsejable que las personas con enfermedad de Parkinson incrementen la
ingesta de chicles con manitol. No hay que olvidar que esta sustancia ayuda
a burlar la barrera hematoencefálica y podría franquear el paso al cerebro a
sustancias tóxicas, con consecuencias inesperadas.
Y es que, como explica Segal, hay
un largo camino entre solucionar los problemas de escalada de las pequeñas
moscas de la fruta transgénicas y desarrollar un nuevo tratamiento
farmacológico en humanos. Sin embargo, se muestra optimista porque su
investigación abre una vía
terapéutica novedosa en la lucha contra el párkinson y otras patologías en las que interviene la misma
proteína defectuosa, como la demencia por cuerpos de Lewy o la atrofia muscular
multisistémica.
En la actualidad el párkinson se trata con L-dopa, una
sustancia precursora de la dopamina, que
a la larga deja de ser efectiva. De ahí que este hallazgo sea una noticia
esperanzadora que llega a punto de celebrarse el día mundial del párkinson, el
próximo 11 de abril, coincidiendo con el aniversario del nacimiento del médico
al que debe su nombre, James Parkinson, que la describió por primera vez en
1817 con el nombre de “parálisis agitante”. Esta patología neurodegenerativa
afecta en nuestro país a 150.000 personas y se espera se triplique en los
próximos años