viernes, 10 de agosto de 2012

DIVULGATIVOS: «PRESCINDIR DE LOS LABORALES SERVIRÁ PARA QUE LOS POLÍTICOS COLOQUEN A QUIEN QUIERAN»


Los sindicatos ven planes de privatizar lo público en las nuevas reglas del despido colectivo que pueden costarle el puesto a 18.000 trabajadores 

Ven con claridad meridiana que tras el modificado reglamento de despido colectivo se esconde el deseo de destruir empleo público y favorecer la privatización de los servicios que ofrecen las distintas administraciones. Por eso los agentes sociales extremeños se oponen rotundamente a lo dispuesto en el proyecto de real decreto que lo desarrolla, ya que consideran que concede toda la manga ancha del mundo a los dirigentes de lo público a la hora de prescindir de su personal laboral, constituido por quienes no son funcionarios ni tampoco eventuales.
No afecta a los funcionarios porque no se rigen por el Estatuto de los Trabajadores, pero en el caso de Extremadura pone en la cuerda floja a los algo más de 18.000 empleados que se reparten entre la Junta, Diputaciones, Ayuntamientos, Justicia, Instituciones Penitenciarias, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Universidad, fundaciones y empresas públicas. De ellos se podrá prescindir a partir de la entrada en vigor del reglamento bien sea por razones económicas, técnicas y de organización de un solo golpe, en un número de hasta 10 si son 100 los que forman el departamento, del 10% en el caso de que sean entre 100 y 300 y de 30 cuando se supere esa última cifra.
Para poder hacerlo basta con justificar que las subvenciones, transferencias de capital o aportación presupuestaria disminuyen en un 10% respecto al año anterior; también, que se produzcan cambios en la prestación del servicio público o en el método de trabajo del personal. Circunstancias en todos los casos que dependen de las propias administraciones que son las que redactan presupuestos y organizan el trabajo de su personal con los medios que consideran, de manera que el margen para la negociación es escaso en el caso de que se decida aplicar un expediente de regulación de empleo sobre el sector público.
Por todo ello los agentes sociales piden al Gobierno extremeño que no hagan uso de esta posibilidad que consideran que va en detrimento tanto del empleo público como del Estado del bienestar.
«Es una auténtica barbaridad, una más de las que se están cometiendo en nombre de la crisis», señala Benito Román, presidente de CSIF, que cree también que atenta contra la independencia en tanto en cuanto «el empleado público no está sujeto a ningún partido ni a ningún grupo» y que prescindir de esta figura puede servir para que los políticos coloquen a quien ellos quieran.
Este sindicato, que representa a la mayoría de los trabajadores públicos, presentó una enmienda a la reforma laboral para que les protegiese frente a los expedientes de regulación, que no fue aceptada, de ahí que no les haya cogido por sorpresa el anuncio de las nuevas medidas que regirán el despido colectivo.
Lo mismo ha ocurrido en UGT, que se las estaba viendo venir en el mismo sentido.
«Esto no es nada nuevo, ya estaba en la reforma laboral y el objetivo no es otro que quitar un montón de gente de la Administración», apuntó su secretario de Acción Sindical, José Ignacio Luis. Recuerda, además, que «salvo casos testimoniales, con carácter general el personal laboral ya accede desde hace tiempo a su puesto de trabajo por concurso oposición», de manera que consideran que no debería diferenciarse del funcionariado ni a este ni a otros efectos.

Mano negra
El sindicato ve la mano negra de la privatización de lo público detrás de la modificación de las condiciones del despido colectivo y advierte sobre las consecuencias negativas que tendría para los ciudadanos.
«Deja el despido sujeto exclusivamente a la voluntad política de disminuir a toda costa los servicios públicos y eso se hace de dos formas, o bien dejando de prestarlos o acudiendo a la vía privada. Un ejemplo claro en este sentido es el de las ITV que tienen un precio distinto en unos y otros sitios dependiendo de dónde dependan, del sector público o del privado».
Los agentes sociales coinciden en que se trata de una disposición poco democrática «que persigue un cambio del sector público sin tener en cuenta las miles de personas, de familias que se van a ser afectadas y sin abrir siquiera debate político», señaló José Luis Piris, secretario de Comunicación de CC OO.
El poco margen para la negociación es otro de los puntos más criticados de la reforma del despido colectivo.
«Elimina esa capacidad desde el momento en que concede todo el poder del despido a las administraciones públicas, con una ligereza en los razonamientos que no tiene la empresa privada», indica el portavoz del Grupo socialista en la Asamablea de Extremadura, Valentín García. En su opinión se está dando alas al despido a la carta «y es gravísimo que suceda porque deja todos los servicios públicos españoles en manos de dirigentes que pueden quitárselos del medio de manera espúrea».
El debate está en el aire en una comunidad autónoma en la que ocho de cada 100 trabajadores son empleados públicos a los que la política de recortes está afectando de una manera especial desde hace tiempo. Tras el intento finalmente abortado por la oposición socialista y de IU en el Parlamento extremeño, de rebajarles las nóminas suprimiéndoles el 50% de la carrera profesional vino la ampliación de la jornada de trabajo en dos horas y media. Ahora, además, tendrán que aprender a convivir con el temor de que poder ser despedidos.

PILAR ARMERO parmero@hoy.es | PLASENCIA.