En
EE.UU. el 25% de los menores de cinco años tienen un smartphone o tableta
·
Richard Graham afirma que los
síntomas se asemejan a los adictos a las drogas o al juego
Álvaro
acaba de cumplir dos años y está aprendiendo a ir al baño. Al principio no
había modo de convencerle para que se sentara en el orinal más de unos
segundos. Todo cambió cuando sus padres le regalaron un orinal con un soporte
para colocar el iPad, en el que le han descargado una aplicación que, a través
de cuentos interactivos, le ayuda a identificar el momento de hacer caca o pis.
Ahora el problema viene cuando le dicen que tiene que levantarse de su trono.«O le dejamos el iPad o nos
monta una rabieta», dice su madre entre risas. Para ella, que
Álvaro maneje la tablet mejor que ella es un signo de los tiempos: «Antes de
cumplir un año ya se movía por la pantalla con una habilidad pasmosa». Lo que
no se ha parado a pensar es que, quizá, su bebé corra el riesgo de convertirse
en adicto a la tecnología.
No es una exageración, y Richard Graham lo sabe bien. Este
psiquiatra creó en 2010 el primer centro del Reino Unido dedicado a la Atención de la Adicción a la Tecnología para
Jóvenes, en el que tratado a niños de cuatro años, y sus síntomas, señala, «a menudo son similares a los adictos a drogas o al juego»,
pues están relacionados con la liberación de dopamina. Tratarlos es complejo,
ya que, «a diferencia del alcohol o las drogas, no se les puede simplemente
decir que no vuelvan a usar estas tecnologías. Deben aprender a establecer una
relación saludable con ellas».
Matiza que no es sencillo diagnosticar una adicción en
menores: «Pueden engancharse a su peluche favorito, pasar horas con él y tener
una rabieta si se lo quitan, sin que nadie piense por ello que es un adicto».
En este sentido también se pronuncia María Ángeles Salmerón, coordinadora del
Grupo de Trabajo de Ciberacoso de la Sociedad Española
de la Adolescencia :
«En la primera infancia no se
pueden diagnosticar adicciones, debido a que no tienen los
procesos mentales totalmente desarrollados y a su difícil identificación, ya
que se enfadan si no se hace lo que quieren por su escasa tolerancia a la
frustración».
Una encuesta de Zact, fabricante de móviles, arroja unos
sorprendentes -y difíciles de creer- datos: el 25% de los niños norteamericanos
menores de cinco años y el 39% de los menores de nueve
tienen un smartphone o una tableta; de ellos, la mitad los
utilizan entre una y dos horas al día. En España no existe una encuesta
similar, pero lo cierto es que en nuestro mercado hay disponibles una decena de
tablets infantiles (si bien lo habitual es que utilicen la de sus padres). Y en
los dos últimos años han surgido alrededor de 40.000 aplicaciones dirigidas al
mundo infantil; buena parte de ellas, incluso, a menores de un año.
Mientras los padres celebran la pericia de los pequeños,
varias asociaciones han empezado a alertar sobre esta precoz inmersión
tecnológica. Bajo el lema «No permitas que los
smartphones sean una niñera de tus hijos», los pediatras
japoneses iniciaron el pasado diciembre una campaña para restringir el abuso de
móviles y tablets entre los niños. También la Academia Americana
de Pediatría y la
Sociedad Canadiense de Pediatría emitieron informes
advirtiendo sobre el mal uso de estos dispositivos. Y dejaron claro que, hasta
los tres años, los pequeños no deben tener ningún contacto con estas
tecnologías.
En España los pediatras aún no se han pronunciado, pero
desde la
Asociación Española de Pediatría (AEP) confirman la intención
de reunirse para discutir este tema y, presumiblemente, publicar un documento
de consenso. La doctora Salmerón, miembro de esta asociación, señala a título
personal que «no hay una edad adecuada para el inicio del uso de las TIC en los
niños; son una herramienta útil, ni mala ni buena per se; lo importante es el
uso que hagamos de ellas». No se trata en ningún caso de prohibirlas. «Las tecnologías son necesarias. Ser analfabeto digital supone una
barrera para el futuro».
http://www.elmundo.es/cronica/2014/03/30/5336bcb3ca47417a308b4570.html
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