La Cumbre de Cádiz se
transforma en un foro económico donde el Gobierno español intenta recuperar la
condición del mejor socio para los países iberoamericanos
La Cumbre
Iberoamericana de Cádiz parte
muy desequilibrada: España y Portugal se juegan mucho y los países
iberoamericanos poco o nada. Mientras los dos miembros europeos de la comunidad
sobrellevan como pueden su profunda crisis, la veintena de
excolonias prevé crecer un 3,2% y casi un 4% el próximo año, una cifra nada
desdeñable paras las madres patrias en recesión. Los países latinoamericanos
también han reducido la pobreza de casi el 50% al 30% en el último decenio y,
según un reciente informe del Banco Mundial, la clase media ha crecido más de
un 50% desde principios del milenio y aumenta entre un 1% y 2% anual.
Con
estos datos por delante, España y Portugal no pueden más que intentar que parte
de esa riqueza, actual y potencial, les ayude a salir del hoyo. Lo que hay al otro lado del Atlántico es un mercado de
unos 550 millones de personas y España tiene una buena posición para intentar
sacar tajada. El país ibérico aún es el principal inversor europeo
en la región y el segundo a escala mundial. Pero el problema es que la
presencia española está dominada por unas grandes empresas que, según una
encuesta del Instituto de Empresa, solo aspiran a mantener y en mucho menor
grado a aumentar sus inversiones en América Latina.
España
busca recuperar su influencia en la región, perdida sobre todo por el ascenso
de las economías locales frente al declive financiero ibérico. EE UU no parece
muy interesado en competir en este terreno. En el último debate presidencial
entre Barack Obama y Mitt Romney, la región de América Latina apenas se
mencionó una vez. Fue el candidato republicano quien lo hizo y solo para
destacar las oportunidades del libre comercio.
El desembarco chino en la región tampoco es una amenaza
para España, todo lo contrario. De
los cinco países latinoamericanos que más interés suscitan entre las pymes a la
hora de hacer negocios, cuatro miran directamente al Pacífico —México,
Colombia, Perú y Chile— y el quinto, Brasil, se está preocupando para abrir las
carreteras transoceánicas que hagan falta para no perder oportunidades en el
mercado asiático. Los países latinoamericanos ya no son solo aprovechables por
sus condiciones internas sino también por las ventajas comerciales que
representan como puentes hacia los mercados emergentes más apetitosos del sur y
centro de Asia. Las exportaciones latinoamericanas hacia el Pacífico han
crecido un 30% en los últimos 10 años.
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/11/15/actualidad/1353002019_735993.html