Hace unos meses uno de mis hijos trajo
a casa desde el colegio un cuento, formaba parte de la biblioteca de la clase y
de las actividades normales para el fomento del hábito de lectura. El cuento en
concreto se llamaba “El fantasma de palacio”, pertenece a la colección barco de
vapor y cuenta una historia divertidísima que rompe con muchísimos
estereotipos, una gata y un perro que son amigos, un fantasma que no asusta y
un adulto que se dedica a lo que le gusta.
El protagonista es pintor, Balduino y
le encanta pintar todo aquello que no tiene color, pinta con naranja y se
dedica a pintar todas las paredes de un castillo al que llega con su perro y su
gata, le encanta lo que hace y disfruta con su trabajo, pero… cuando Balduino
quiere pintar zonas a las que no alcanza, ¿os imagináis como lo hace?, pues de
una forma divertida: primero se sube a una silla, después a una mesa y después;
¡el más difícil todavía: monta la silla en la mesa y se sube para seguir
pintando¡
La reacción de mi hijo fue reírse, la
situación era divertida, las ilustraciones reflejaban diversión, entusiasmo y
dinamismo, las situaciones de riesgo son divertidas.
En ese momento me asaltaron
preguntas: ¿la prevención no es divertida? ¿la hacemos aburrida? ¿podemos hacer
prevención divertida? ¿podemos trasmitir los valores de la prevención de forma
divertida?
Creo que la respuesta a todas
esas preguntas es afirmativa, manos a la obra, vamos a organizar un concurso de
cuentos infantiles para educar en prevención: CONTANDO LA PREVENCIÓN. ¡PARTICIPA¡
(mañana toda la información)
Autor:
Salvador Carmona Falder
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